Neymar Villca, de tres años, era un niño “muy querido” y “el preferido” de su padre, un albañil que tuvo al pequeño con su primera esposa y que le pidió a su nueva pareja que lo cuidara como si fuera suyo. El 20 de junio, la madrastra ahogó a la criatura en El Paso y huyó a Oruro con su hija de cuatro meses en brazos.

Investigadores de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (FELCV), lograron dar con el paradero de la mujer en la casa de sus padres y la trasladaron a Cochabamba, donde confesó ante los periodistas el infanticidio.

Faustina C., de 20 años, relató que la mañana del martes 20 de junio, luego de que el padre de Neymar saliera a trabajar, mientras desayunaban, el niño se hizo sus necesidades fisiológicas en su pantaloncito, sobre la cama. “Yo le dije andá afuera y lávate. Él va afuera, pero vuelve igualito. No se había lavado. No me hizo caso. Quería castigarle y asustarle para que no vuelva a hacer lo mismo. Le metí su cabeza al agua, solo para asustarle, pero rápido entró el agua en su nariz y boca y se murió”, describió. La mujer insistió en que no era su intención matarlo, pero al verificar que Neymar había fallecido, tuvo miedo de la reacción del padre. “Con él mucho peleábamos, todos los días, porque no me daba para comer y lo prefería a su hijo. A nuestra hija, siendo bebé la pateó y la pegaba. La odiaba porque nació mujer”, denunció. El padre de ambos niños sostuvo que sí le daba dinero a Faustina, lamentó que matara a Neymar y dijo que no podrá hacerse cargo de la bebé porque no tiene familia que la cuide mientras él trabaja. “Si la llevan a un hogar yo le compraré pañales y leche”, ofreció. La Defensoría de la Niñez se hizo cargo de la niña, para precautelar su seguridad, y anunció que buscará a la familia ampliada.