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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Nosotros, los opositores

Nosotros, los opositores
Me podría hacer al sonso y escribir cualquier otra cosa; escribir un texto fantástico sobre, por ejemplo, biodiversidad y lo maravilloso que es nuestro planeta. Pero no puedo porque me siento fuertemente inclinado a disentir, a estar en contra de la degradación del entorno en el que vivo, en el que viven mi familia, mis amigos, vecinos y toda la gente que podría conocer en la calle, aula, en un restaurante o una noche cualquiera. Me siento obligado a criticar porque todos en conjunto estamos muriendo de a poco, pero no de causas naturales, y esa es una realidad científica coadyuvada por lacerantes estadísticas. Solo en las últimas dos semanas, cuatro personas que conozco fueron diagnosticadas con cáncer, dos de ellas ya en estado terminal. Lo más probable es que alguno de mis familiares esté en el mismo tren, que yo mismo esté en alto riesgo, y eso por vivir donde vivimos (en medio de asbestos, pinturas con plomo, suelos contaminados, agua con cloro), por los alimentos que ingerimos (cultivados, criados y procesados en condiciones insalubres) y el aire que respiramos (el más contaminado de Latinoamérica). Entonces, pues, me siento obligado a salir del silencio.

Varias autoridades ediles se han manifestado recientemente en sentido de que los que vertimos opiniones sobre su gestión lo hacemos desde una postura política, que lo hacemos porque estamos en contra del progreso de Cochabamba. Se cierran completamente a la idea de que, sin política de por medio, una persona con el más básico sentido común es perfectamente capaz de hacer una evaluación crítica de su falta de solvencia con respecto al tema medioambiental. Emitir un criterio no es necesariamente forzar una alternativa egoísta, estrecha y partidista, aunque debo reconocer que los gobernantes nos tienen muy acostumbrados a lo contrario.

Las mismas autoridades empujan a coaliciones de vecinos, colectivos ambientalistas y a profesionales a confeccionar alternativas a los proyectos elaborados por la misma Alcaldía, cuando ese es su trabajo y el de los técnicos que ellos mismos eligieron para llevar a cabo su gestión. Piden, desafiante y públicamente, a los profesionales del ramo que les demos soluciones para problemas que ellos cobran por solucionar. Licitan proyectos que, por definición de sus mismos cargos, ellos deberían saber cómo formular y ejecutar. No sé de dónde sale la idea de que los profesionales deben regalar su trabajo, pero esa cultura debe cambiar, y las autoridades públicas deben aprender a apreciar y remunerar debidamente el trabajo profesional.

Así es, señores, nosotros, los opositores más que nunca estamos llamados a evaluarlos, criticarlos y disuadirlos de sus funestos planes para acabar con las áreas verdes y lo poco que nos queda de natural en Cochabamba. No dejaremos que nos impongan su constructo de cemento y brea. El progreso va por otro lado. Si no lo creen, solo deben leer un poco de historia y ver los miles de experimentos fallidos de “progreso” alrededor del mundo. Eso que Uds. llaman desarrollo ha conducido a depresiones económicas y sociales profundas, degradación irreversible de la naturaleza y la situación climática mundial que afrontamos ahora. ¡No! ¡Su visión de progreso no es progreso, es suicidio!