Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
  • Actualizado 00:00

DESDE EL CUARTO PROPIO

Ser trabajadora del hogar

Ser trabajadora del hogar
Se estima que alrededor de 52.6 millones de personas en el mundo se encuentran realizando trabajo doméstico asalariado. En América Latina, el número de trabajadoras asalariadas del hogar alcanza a 14 millones. En Bolivia, según el Censo de 2012, hay cerca de 72 mil personas son trabajadores/as del hogar, y esta actividad ocupa el 9.14 por ciento de la fuerza laboral boliviana, concentrándose principalmente en los departamentos del eje troncal (Cochabamba, La Paz y Santa Cruz).

El denominado trabajo del hogar es probablemente una de las actividades que menor valoración social tiene, aun cuando esta actividad se realiza en el mercado laboral y se le asigna un valor o remuneración. Para nadie son desconocidas las precarias condiciones en las que se desarrolla el trabajo doméstico asalariado, realizado en su mayoría por mujeres indígenas y migrantes del área rural. Hay desprotección ante la vulneración de sus derechos laborales, jornadas extendidas sin horarios claros, salarios que en muchos casos no llegan al mínimo nacional. No cuentan con aguinaldo, no tienen seguridad social de corto y largo plazo (salud y jubilación), no cuentan con licencias ni vacaciones. Viven situaciones de violencia, acoso laboral y sexual de parte de sus empleadores, hostigamiento, discriminación y explotación laboral, entre otras.

Aunque la Federación Nacional de Trabajadoras Asalariadas del Hogar de Bolivia (Fenatrahob) se ha incorporado recientemente en la Central Obrera Boliviana (COB), sus demandas no son consideradas aún parte de las reivindicaciones laborales. Desde la promulgación de la Ley del Trabajo Doméstico Asalariado (2003), permanecen como desafíos del sector lograr el reconocimiento de este trabajo en el Código Laboral, obtener la resolución ministerial que habilite la posibilidad de afiliarse a la Caja de Salud, así como lograr que las normas vigentes se traduzcan en mejorar las condiciones laborales. Adicionalmente, se debe enfrentar un conjunto de prejuicios, fuertemente arraigados en nuestra sociedad y que se manifiestan en la forma en cómo se conciben las relaciones con las trabajadoras del hogar. El trabajo del hogar requiere un justo reconocimiento por su importancia en nuestras sociedades y porque, como todo trabajo, requiere de las condiciones más dignas para su desempeño.