Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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DESDE AFUERA

A desnacionalizar la ciudadanía

A desnacionalizar la ciudadanía
Desde hace tiempo, he venido señalando que para las luchas de los migrantes, para dejarlos de ver como una amenaza, como “otros”, extraños, afuereños o extraterrestres, es necesario plantear nuevas configuraciones políticas, jurídicas e identitarias. Algunas corrientes de pensamiento —en las que me incluyo— han venido aportado en esta dirección, a partir de estudios transnacionales o postnacionales, así como también desde movimientos sociales en defensa de los derechos de las personas en movilidad. Desde estas vertientes, han surgido nuevas propuestas que abogan por un proyecto político de ciudadanía universal, que han quedado plasmados en algunos documentos e instrumentos jurídicos y políticos de ciertos gobiernos progresistas, como es el caso de la Constitución de Ecuador del 2008 o la propuesta de Bolivia de buscar un mundo “Sin muros hacia la ciudadanía universal” que se debatió este mes de junio en la Conferencia Mundial que lleva el mismo nombre. Como han señalado algunos autores como Saskia Sassen (2015), la noción de ciudadanía, que ha sufrido muchas transformaciones a lo largo de su historia, es susceptible de transformación si el significado mismo de la nación (y la pertenencia a ella, añadiría), se modifica. A esto hay que sumar la existencia de un régimen internacional de derechos humanos, la conformación de espacios de integración supranacionales como la Unión Europea, la CAN, Unasur, entre otros, y las propias dinámicas de la globalización que ha dado paso a la circulación de diferentes tipos de bienes, mercancías y personas, así como a la existencia de nuevos espacios globales virtuales.

En la actualidad, tenemos sitios no-nacionales que permiten demandar derechos y practicar una ciudadanía más allá del Estado-nación, construir identidades y experiencias colectivas de solidaridad de alcance global e incluso replantear el estatuto jurídico sustantivo de la ciudadanía formal como se entendía en los albores de las repúblicas. Hoy por hoy, muchos países reconocen la pertenencia y por ende el reconocimiento de ciudadanía, a partir de ius sanguinis e ius soli; dan derechos a sus connacionales que viven en el exterior; reconocen la doble nacionalidad; se acude y acepta fallos de las cortes internacionales e incluso se han construido categorías que reconocen derechos a ciudadanos regionales: ciudadanía europea, andina, suramericana.

La propuesta que hacemos desde el Estado Plurinacional de Bolivia a la Conferencia Mundial de los Pueblos “Por un mundo sin muros hacia la ciudadanía universal” es “una invitación para defender a todos los migrantes del mundo”, como señaló el presidente Evo Morales, y también es una respuesta a todos aquellos que piensan que la solución es el enfoque de seguridad y control que lleva a la construcción de muros y vallas como mecanismo para contener los flujos migratorios. Por el contrario, la propuesta y respuesta que hacemos desde Bolivia hacia el mundo entero es por un “planeta plurinacional y una ciudadanía universal”.

Plantear el concepto de ciudadanía universal implica un cuestionamiento de la división del mundo en estados-nación, implica cuestionar la existencia de fronteras divisorias entre pueblos y retomar la idea de comunidad, hermandad, hospitalidad y bien común para todos hijos e hijas de la Pacha Mama.

Esta entrada coloca de manera tácita el concepto de comunidad, pero una comunidad imaginada a escala planetaria (planeta plurinacional). En otros estudios sobre comunidades transnacionales de migrantes, he argumentado que estas no pueden definirse meramente a partir de los mandatos de los estados o de normas legales, de límites territoriales o de la copresencia de personas en un espacio (...).

(Tomado de www.celag.org)