Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 00:24

OIKOS

Ciencia, pseudociencia y política

Ciencia, pseudociencia y política
Autoridades estatales se han estado refiriendo recurrentemente al número de árboles por cada habitante en Bolivia, 5.465, cifra que es una de las más altas en el mundo. Arguyen que nuestro país es el que produce más oxígeno para el planeta, y que sus políticas ambientales son las que han propiciado esta situación, aparentemente favorable. Resulta que esta es, nada más y nada menos, una estratagema para disfrazar el desafortunado manejo de los recursos forestales y la cuestión ambiental en el país, justificando al mismo tiempo la continua reducción de la masa boscosa con efectos tremendos sobre la biodiversidad y el futuro de las siguientes generaciones.

La cifra tan alta de árboles per cápita, por encima del promedio mundial de 442 por habitante, es principalmente el resultado de la baja densidad poblacional en Bolivia, diez personas por kilómetro cuadrado; una de las más bajas a nivel latinoamericano. Las políticas agresivas del actual Gobierno para la expansión de la frontera agrícola y urbana, explotación de recursos maderables, mineros e hidrocarburíferos, y la construcción de represas que inundan grandes extensiones de bosques, conducen a la devastación de más de 200 mil hectáreas de bosque por año. Es decir, un área bocosa similar al 40 por ciento del territorio cochabambino desaparece cada 10 años, o una extensión equivalente a todo el territorio de nuestro departamento se pierde en tan solo una generación (25 años).

Con respecto a la emisión de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático, ya con devastadoras consecuencias en nuestro territorio, apenas nueve países latinoamericanos están por encima de Bolivia, y entre ellos se hallan gigantes industrializados como Brasil, México, Argentina y Chile. Bolivia emite más dióxido de carbono que algunos países que tienen las más altas tasas de deforestación en el mundo, como Paraguay. No tenemos que recordarle al boliviano que sus ciudades están dentro de las más contaminadas de América, es decir, no importa cuánto bosque tengamos, nuestras emisiones de dióxido de carbono sobrepasan la capacidad de la vegetación para purificar la atmósfera. Esto está en perfecta sincronía con la nefasta tendencia mundial de emisión de 44.000 cuatrillones de gramos de dióxido de carbono a través del uso de combustibles fósiles, 400 veces más de lo que la vegetación terrestre y acuática del planeta (no solo árboles) puede reciclar mediante la fotosíntesis.

Autoridades oficialistas y de oposición acostumbran a moverse dentro de los peligrosos confines de la pseudociencia, usando datos aislados para dar soporte a su agenda personal o partidista, sin contextualizar la información y sin atribuir a los datos la dimensión real que les corresponde. Los mensajes distorsionados se dirigen a un público que no lee y que permanece mal informado, lo que conlleva un riesgo para la estabilidad ambiental del país y genera una actitud adversa contra la misma ciencia. Los parámetros del método científico no permiten las especulaciones que se vierten diariamente en los medios y para las cuales no hay una aparente vena correctiva que, al mismo tiempo, ponga en su lugar a quienes pretenden engañarnos con números confeccionados a la medida de sus ambiciones y sed mercantilista.