Un hecho ocurrido en días pasados provocó un acto heroico y decidido del comandante de la aeronave 33O Airbus de Aerolíneas Argentinas que partió de Buenos Aires con destino a Miami, con 212 pasajeros a bordo. Sin dudar mucho ni pensar en protocolo o normas de vuelo, el piloto declaró el vuelo en emergencia, indicando que había un enfermo en la nave. Desvió su ruta para salvar la vida de un pasajero de ocho años que sufrió un severo bloqueo de pulmón. Estaban en el vuelo cuatro médicos a bordo, entre ellos una doctora de la especialidad respiratoria, quien indicó que, si el muchacho no recibía atención en una hora, su vida corría peligro. Esa opinión fue suficiente para que el comandante de la aeronave, Martín Lorenzo Hugues, no dudara un minuto. Desvió la nave no al aeropuerto alterno como está en el plan de ruta, sino al más próximo, que era el de Santa Cruz de la Sierra. Gracias a este acto, desembarcaron al pasajero y a su mamá, para luego continuar vuelo.

Este acto es para destacar de Aerolíneas Argentinas y de su personal en Viru Viru, que actuó a pesar costo de que el incidente generó a la empresa un costo que estimamos en más de 12 mil dólares. Aquí estaba primero la vida de un pasajero que el gasto. Por este medio felicitamos al comandante, a su tripulación y al personal de Aerolíneas en Santa Cruz por su comportamiento para con sus pasajeros.

También debemos destacar el profesionalismo de Aasana y Sabsa, entidades que, al recibir la emergencia de la aeronave, activaron el protocolo de emergencia de una aeronave en vuelo con un pasajero enfermo, poniendo los sistemas de auxilio para un aterrizaje de emergencia, ambulancias y todo el personal para una atención inmediata del enfermo. Además, llamaron a la clínica Foianini de la ciudad de Santa Cruz para la atención del pasajero en peligro de muerte.

El capitán de la aeronave destacó que la atención de la aeronáutica boliviana está a la altura y eficiencia de la de cualquier aeropuerto del mundo. Hizo esta declaración en canal 13 de Buenos Aires (Argentina).

Este suceso lavó en parte la mala imagen que Bolivia tenía con el avión de LaMía, y demostró que, si la aeronáutica boliviana actúa dentro de los protocolos de seguridad aeronáutica, las cosas salen bien.