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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Cuando el padre es un monstruo (VII)

Cuando el padre es un monstruo (VII)
Salgamos de los casos extremos. Revisando mi experiencia psicoterapéutica con hijos de padres abusivos, me he percatado del mismo fenómeno analizado hasta este punto. Es muy claro en las familias con un padre alcohólico violento. Los hijos y las hijas que tienen un padre sobrio formidable asumen que tienen dos padres, una especie de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, un padre bueno y otro malo, como hace Berd Wollschlaeger con su padre amoroso y el nazi.

En otros casos me resultaba incomprensible el amor de los hijos e hijas testigos de la violencia de sus padres hacia sus madres. Parecía una triangulación con un pacto encubierto entre la madre y el hijo o hija. Sin embargo, no es así. El padre resultaba ser alguien amoroso con los hijos, aunque cruel con la madre. En esos casos pude apreciar la presencia de alguno de los cuatro mecanismos del desenganche moral. Era inevitable el amor al padre porque se constituía en una parte del sí mismo del hijo o hija.

También he contemplado el odio desmesurado de hijos e hijas hacia sus padres, cuando estos simplemente fueron negligentes, ausentes o permanentemente violentos con ellos. Es pasmoso contemplar la indiferencia de estos hijos e hijas ante una situación insufrible por parte de sus padres (v.g. condenas carcelarias, enfermedades terminales, etc.).

Sin embargo, considero que los procesos más dolorosos se presentan ante la decepción, cuando papá no es quien pensamos que era. Esta experiencia puede derivar en el suicidio o en conductas disruptivas graves (adicciones, trastornos de alimentación, depresión, etc.). Se hace insoportable la caída del ídolo porque con él se lleva el sentido personal.

También es notable la importancia de la participación de la madre en el vínculo entre los hijos y el padre monstruoso. La protección de ella es decisiva en la construcción de la esperanza y la confianza. No en el sentido de que presente una figura amable de un padre malvado, no. Eso derivará en una decepción doble. Sino cuando la madre sabe proteger y defender a los hijos y/o hijas de la ignominia del padre.

Pueden ocurrir circunstancias casuales, estableciéndose como factores resilientes, usualmente asociados a parientes o amigos cercanos a la familia. Es una vez más, el caso de Berd Wollschlaeger, que tenía en Claus von Stauffenberg el contraste con su padre. Claus fue el líder del intento de asesinato de Hitler: un antinazi (...).