Seguramente vienes escuchando la palabra “neuro” antes de diferentes expresiones como marketing, ventas, ciencia, lenguaje, servicios, atención, educación, oratoria, diseño. Hay otros conceptos más que no menciono porque ya son el colmo de querer hacer encajar algo donde no tiene sentido.

Parece que ahora colocar el prefijo “neuro” antes de alguna palabra hace que suene más “científica” y que es lo último en prácticas para lograr grandes resultados. En las últimas fechas, varios han sido los seminarios, talleres, cursos y charlas que se han estado ofertando con el rótulo de “neuromarketing” o “neuroventas”, entre otros que, si bien en primera instancia pueden llamarnos la atención y vendernos la propuesta de que con asistir a estos eventos lograremos tener un mejor y mayor conocimiento, no siempre cumplen la promesa y no siempre nos hablan de la verdadera neurociencia ligada al marketing o las ventas.

Estamos en una época en la que, gracias al personal branding, han aparecido muchos “gurús” que, por asistir a un seminario o leer algunos artículos sobre el tema, ya se autodefinen como los especialistas y conocedores expertos, cuando hay varios factores que debemos tomar en cuenta para ver si en realidad el monto que pagamos para asistir a estos eventos vale la pena y la actividad no es más de lo mismo o no es tan básica, que nos saldría más barato tomarnos un tiempo y googlear sobre lo que necesitamos o queremos conocer.

Comencemos por entender un poco de lo que trata el neuromarketing. Según el Cambridge Dictionary, es el “estudio del proceso de toma de decisiones del cerebro humano”, algo así como lo que, hace años, el conocido como padre del marketing, Philip Kotler, y otros teóricos definían como el “estudio del comportamiento del consumidor”.

Varios son los investigadores que en la actualidad ya tienen teorías muy concretas y, lo más importante, resultados con base en prácticas que han logrado realizar. Bolivia ha recibido a algunos de ellos. Personalmente, puedo aconsejar a dos personas que pude escuchar y leer, y de las que pude revisar algunos de sus casos de éxito. Ricardo Perret, por ejemplo, explica que el neuromarketing “tiene que ver con aspectos como los colores, sonidos, posición y tamaños, entre otros factores, los mismos que transmiten significados a la mente del consumidor”. Pero, quien me gusta más por la simplicidad con la que explica este concepto es Jürgen Klaric, un cochabambino reconocido mundialmente y experto en las neuroventas. En su libro “Estamos ciegos”, o en “Véndele a la mente, no a la gente”, señala que el neuromarketing no es otra cosa que “el estudio o análisis de las respuestas que de forma inconsciente nos da nuestro cerebro ante cualquier estímulo”.

En nuestro país, parece que poco a poco nos vamos enterando más sobre el tema. En agosto de 2016, Gonzalo Carrasco contaba a algunos medios que, en su natal Sucre, instalaba el primer laboratorio de neuromarketing en Bolivia. Todavía no se conocen resultados específicos. Sabemos que apenas una empresa muy grande en nuestro país ha optado por utilizar estas herramientas. De hecho, no es nada barato y se tiene que tener un sólido respaldo financiero para poder incorporar este tipo de estudios en las estrategias de marketing.