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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
  • Actualizado 19:46

¿Celebrar un escupitajo?

¿Celebrar un escupitajo?
Tras lo que parecía una ni tan acalorada discusión sobre sentencias, Gualberto Cusi, quien fue una alta autoridad de Estado, nada menos que magistrado del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), una instancia superior en la administración de justicia, escupió en la cara a su momentáneo adversario, el diputado oficialista Víctor Borda.

El martes, luego de suspenderse su juicio de responsabilidades, Cusi increpó a Borda y se generó un momento de tensión. Luego de un intercambio de palabras, el tribuno escupió en el rostro al legislador. Hoy se espera que la sentencia del exmagistrado sea emitida tras un largo proceso que se desarrolló en su contra por los delitos de prevaricato, resoluciones contrarias a la Constitución y a las leyes e incumplimiento de deberes, a raíz de la suspensión de la aplicación de la Ley del Notariado decidida por el acusado.

Ayer por la mañana, Cusi pidió disculpas “al pueblo”, pero no al agredido. “Quiero pedir las disculpas al pueblo boliviano al cual respeto, pero a este sinvergüenza del poder, jamás. Nunca nos vamos a arrodillar”. La exautoridad judicial manifestó que, supuestamente siguiendo el ejemplo de Tupac Katari, no se “humillará”, por lo cual no aceptará excusarse ante su víctima. Cusi hizo estas declaraciones en una conferencia de prensa que realizó encadenado de manos, frente a la Asamblea Legislativa, según reflejó Erbol.

Ahora bien, con la mayor dureza verbal posible, mucho hemos criticado en este medio de comunicación al funcionario de Gobierno que en el pasado reveló la condición de salud del exmagistrado. En cualquier otro país en el que se respeten las leyes, el exministro de Salud Juan Carlos Calvimontes no solo hubiera tenido que renunciar de inmediato, sino que hubiese tenido que purgar una sanción penal. Lejos de eso y no sin que lo lamentemos, no hace mucho informamos que Calvimontes fue premiado por el Ejecutivo con la gerencia de la Caja Petrolera de Salud. Siendo, sin embargo, de conocimiento público el estado de salud del magistrado, rechazando cualquier tipo de discriminación y conociendo a fondo cómo es que se transmite tal o cual padecimiento, no dejamos de preguntarnos a quién le gustaría recibir una agresión similar.

Y es que lo que hizo Cusi es sencillamente injustificable; lo es más viniendo de alguien que ocupó un cargo de la envergadura del señalado, de alguien que debiera dar ejemplo a la ciudadanía con cada uno de sus actos. Desnuda pues tal acción además el rotundo fracaso del Gobierno en su pretendida reforma judicial. No se entiende cómo es que personas con tan escaso control sobre su comportamiento hayan podido acceder a semejantes puestos, si no es solo por influencia política partidaria.

El esputo por otro lado grafica cuán poco es que el país ha avanzado en la lucha contra el racismo y la discriminación. Lo hecho por Cusi fue captado por varios canales televisivos y de inmediato se viralizó en las redes sociales. En ese escenario a veces tan tenebroso vimos con pasmo los más diversos comentarios laudatorios del escupitajo, acompañados por epítetos racistas de todo orden, para la víctima y el victimario, a quienes se llegó a comparar con animales. ¿Cómo es posible que celebremos un bochorno de esta magnitud, por más que seamos férreos críticos de quienes encumbraron a esas autoridades?

El flemazo de Cusi no debe pasar a ser ni remotamente una anécdota de —muy— mal gusto. Debe ser un severo llamado de atención a todos y cada uno de los estamentos del Estado que actualmente preparan la nueva elección judicial prevista para el 22 de octubre. Si en tal proceso vuelve a primar la política sobre la meritocracia, la justicia y la sociedad bolivianas seguirán nadando en un mar de salivazos.