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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Mamás que dan amor y luchan por mantener juntos a sus “hijos”

Mamás que dan amor y luchan por mantener juntos a sus “hijos”


Leonarda Arias, Andrea Chiri Amarillo y Nelly Vallejos no se conocen pero las tres tienen una historia en común, su lucha por mantener unidos en un hogar, a sus "hijos". Una encara sola la crianza de sus dos niños, otra pasó de ser la tía a la madre de siete menores y la última se convirtió en la jefa de hogar de una de las casas de Aldeas Infantiles SOS.

Leonarda Arias tiene 43 años, es delgada y de estatura pequeña, mide menos de 1.50 metros y pesa cerca de 48 kilos. A pesar de su figura diminuta tiene la fortaleza de un roble. La madre saca adelante sola a sus dos hijos, de 18 y 15 años. A penas saber leer, pero es una tejedora habilosa y es buena repostera.

La familia de Leonarda es una de las 95 que se encuentran en situación de alta vulnerabilidad de desintegración, debido a las condiciones económicas precarias en la que vive.

En Bolivia hay 666 mil niños y niñas en riesgo de no vivir en una familia, de acuerdo a una investigación elaborada por Aldeas Infantiles SOS y la Universidad Católica Boliviana (UCB). Las causas son las condiciones del entorno social que afectan al desarrollo y unidad; y los factores que ponen riesgo la calidad del cuidado y protección de los hijos e hijas.

Las familias, 95 hasta ahora, son identificadas por los dirigentes vecinales o por el personal de salud y son remitidas a las Aldeas Infantiles SOS. Junto a la Alcaldía, se encara el Programa de Fortalecimiento Familiar.

Leornarda no tiene un trabajo fijo porque la mayor parte del tiempo permanece en casa. Debe cuidar personalmente a su hijo, un adolescente con discapacidad.

Edwin tiene 90 por ciento de discapacidad física e intelectual, de acuerdo a la evaluación del Servicio Departamental de Salud (SEDES). .

Las pocas veces que la madre se ausenta debe encargar el cuidado de su hijo a los vecinos. No han faltado las oportunidades en que Leonarda ha cargado a José para ir a la ciudad. "En la bajada se puede nomás, pero es súper cansador en la subida¨, dice

La vivienda de la familia Arias está a una hora de la ciudad. Deben caminar ocho cuadras, desde la parada final del trufi 131, para llegar a la casa enclavada en las serranías de Villa Israel. El camino al lugar es empinado, accidentado e "imposible" de ser recorrido en una silla de ruedas. Allí los pobladores vencieron a la naturaleza hostil de la zona.

El hogar de Leonarda se reduce a dos habitaciones que hacen de dormitorios y cocina donde la lucha es diaria por mantener la unidad familiar.

A quince minutos de la casa de los Arias (en coche) vive Andrea Amarillo Chiri, la tía que se convirtió en madre. El último tramo debe realizarse a pie porque no hay camino. Su casa, como la mayoría de las construcciones de la zona, no tiene muralla ni servicios básicos. En cada vivienda hay turriles para el acopio de agua de la lluvia y para la compra de los carros cisterna.

Andrea ocupa una casa prestada, en calidad de “cuidadora”, porque su vivienda es aún más lejos y es de difícil acceso.

Desde octubre se hace cargo de sus siete sobrinos de 16, 14. 12, 9, 7, 5 y 3 años, todos varones. Cuenta que su hermana murió y los niños quedaron al cuidado de su cuñado. “Pero hubo dejadez”.

El hombre viajó a Oruro en busca de trabajo y se llevó a los mayores para que lo ayuden. A los menores los dejó al cuidado de personas ajenas.

La Defensoría de la Niñez y de la Adolescencia gestionó la entrega de la tutela de los menores a la tía. Se trata de la familia extendida, es decir que hubo pérdida de uno de loa padres, pero existen referentes familiares.

Ella es madre soltera y tiene un hijo de 26 años que la apoya con la crianza de sus “nuevos hermanos”.

La decisión del traslado fue la proximidad de una unidad educativa donde los niños pueden asistir. Van a pie y “siempre juntos” porque les queda a pocas cuadras.

La casa que se reduce a dos cuartos es pequeña para los ocho integrantes. Comparten la cama porque solo hay cuatro. “Lo importante es que los hermanos están juntos”.

De no ser por Andrea, los menores estarían en riesgo de ser internados, tal vez en diferentes hogares.

Esta realidad no es aislada. El estudio de la Aldeas Infantiles SOS y la UCB dice que “existen niños y niñas que por distintos motivos no viven con sus padres madres, 193.958 viven con algún otro familiar y 80.497 viven con otras personas con las que no tienen parentesco”.



PROGRAMA El propósito del programa de Contención Familiar y Familias Extendidas es apoyar a estas familias y evitar que se desintegren y que los menores terminen en situación de abandono y en la calle.

La estrategia consiste en la capacitación de las mujeres en diferentes rubros como la repostería, tejido o gastronomía. Además, fortalecerlas en liderazgo y mejorar su autoestima.

No hay un propósito asistencialista, de tal manera que las familias son corresponsables en las tareas destinadas a mejorar su calidad de vida.

Leonarda recuerda que fueron capacitados en el uso de los palets para construir camas. Si bien la materia prima fue entregada por SOS y la capacitación, estuvo a cargo de los asesores de la institución, ellos construyeron sus muebles. Una de sus tres camas fue elaborada así.

Otro aporte importante es la entrega mensual de raciones secas para que tengan ingredientes para cocinar.

En el caso de Andrea, se establece el aporte de 450 bolivianos (por niño) al mes para la manutención de los menores.



HOGARES DE ACOGIDA A pesar de los esfuerzos aislados por la integración familiar, hay niños que viven institucionalizados, en hogares de acogida.

En el país, hay 30.000 niños y niñas que requieren, temporal o permanentemente los servicios de acogida institucional o familiar.

En total hay más de 970.461 niños y niñas bolivianas afectados por la vulneración de su derecho de vivir en una familia.

Una de las instituciones que se hace cargo del cuidado de los menores en situación de abandono es Aldeas Infantiles SOS. En las instalaciones de la avenida Ecológica, en la zona de Trojes, hay 14 casas con denominativos alusivos a las flores.

Nelly Vallejos, por ejemplo, está a cargo de la vivienda “Clavel” donde se ocupa de sus nueve “hijos” cuyas edades oscilan entre los 9 y 16 años, todos en edad escolar.

La vivienda es impecable en la limpieza y el área verde está recién arreglada por el jardinero.

La madre dice que la organización del hogar es una de las tareas más importantes y su secreto es delegar responsabilidades a los hijos, de acuerdo a la edad. De otra manera, sería imposible atender todas las obligaciones de la familia.

Los niños expresan el afecto y el respeto que sienten a la que llaman “mamá”. Reconocen que deben cumplir sus responsabilidades tanto en casa como en el colegio.

Las madres de las Aldeas SOS son capacitadas para el cuidado de las viviendas y la educación de niños que han sufrido abando, a quienes deben fortalecer la autoestima y seguridad para que estén “listos para la vida”.