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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Terrorismo, violencia y el papa Francisco

Terrorismo, violencia y el papa Francisco
Como en todo el mundo, en Bolivia condenamos del modo más firme el atentado terrorista en Manchester (Reino Unido), que el lunes le costó la vida a 22 inocentes y que dejó heridos a otros 64. Ninguna religión o causa política puede justificar la pérdida de vidas humanas.

Las agencia EFE informó que la Policía británica arrestó a cinco hombres en una operación para destapar la supuesta red que ayudó al terrorista suicida Salman Abedi, autor de atentado que llevó ayer al despliegue de casi mil soldados en puntos sensibles del Reino Unido, país ya enlutado recientemente por el ataque del 22 de marzo, cuando otro terrorista atropelló a cinco personas.

El Gobierno de la primera ministra, Theresa May, elevó la alerta de seguridad al máximo en una escala de cinco, un nivel "crítico" que solo se había activado antes durante cuatro días —tres en agosto de 2006 y uno en junio de 2007— y que responde a la posibilidad de un ataque "inminente".

La Policía británica trabaja con la principal hipótesis de que Abedi, un joven estudiante nacido en Inglaterra que había regresado de un viaje a Libia en los últimos días, no actuó como un lobo solitario, sino que otras personas le ayudaron a hacer estallar un artefacto casero a la salida de un concierto de Ariana Grande. Las autoridades han hecho pública la identidad de 14 de los 22 muertos en el pabellón Manchester Arena, entre ellos varios menores de edad, aunque todas las víctimas han sido ya identificadas. Entre los heridos, 12 son niños menores de 16 años y 20 permanecen en estado crítico.

Abedi había estado en el radar de los servicios de seguridad y, según confirmaron las autoridades francesas, se radicalizó probablemente en Siria y tenía vínculos demostrados con el grupo yihadista Estado Islámico (EI), que ha reivindicado el atentado a través de internet. El EI expresó que el ataque fue perpetrado por "uno de los soldados del califato" en represalia contra "infieles" y por las "trasgresiones a la tierra de los musulmanes".

Un dato que nos llama la atención es que el suicida era hijo de refugiados libios que escaparon del régimen de Muamar Gadafi. Recordemos que Gadafi estuvo en el poder desde 1969 hasta la guerra de 2011, en la cual la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) apoyó a los rebeldes que se alzaron contra él. Desde entonces, Libia ha experimentado inestabilidad y violencia política que han afectado seriamente al comercio y a la producción de petróleo. Recordemos que el Reino Unido es parte fundamental de la OTAN.

Así pues, aunque la intervención de la OTAN no tenga mucho que ver con las motivaciones del atacante y jamás tampoco podría justificarlas, vive el mundo una ola de violencia que, cual serpiente, se muerde la cola para repetirse en la forma de ataques terroristas que son respondidos con bombardeos o invasiones de naciones soberanas. La violencia genera más violencia y este círculo es de nunca acabar.

De hecho, ayer nomás se conoció que el presidente de EEUU, Donald Trump, pedirá a la OTAN en su primera cumbre con los socios de la Alianza un compromiso formal de unirse a la coalición internacional contra el EI e insistirá a sus aliados en la necesidad de que aumenten su gasto en defensa. Trump aterrizó ayer en Bruselas procedente de Roma, donde se reunió en el Vaticano con el papa Francisco para hablar, entre otros temas, de las "amenazas terroristas y el extremismo", y de la "radicalización de los jóvenes", según explicó su secretario de Estado, Rex Tillerson.

Por las redes sociales circuló ayer una fotografía de Trump junto a Francisco. El notorio gesto de desagrado del jerarca de la Iglesia católica refleja el rechazo que todos sentimos por los líderes mundiales que promueven la violencia como solución a los problemas.