Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 03:42

MIRADAS ANTROPOLÓGICAS

Familias intencionales

Familias intencionales
En las últimas décadas fuimos testigos del cambio que atraviesa la sociedad respecto al perfil de una familia tradicional. Según la antropología, la familia es una institución cultural que se reubica en función a nuevas formas culturales en las que se vive. Hasta mediados del siglo pasado, en los países de occidente, el modelo familiar tenía ciertas características comunes, como un matrimonio legalizado, en el cual debía existir la fidelidad. Asimismo, la presencia del padre y el poder que ejercía frente a la esposa y los hijos era innegable. Esta estructura cambia en las últimas décadas del pasado siglo, en todas las sociedades del mundo occidental, con la conformación de modelos diferentes de familia.

En conversación con estudiantes de la universidad respecto a la familia, responsabilizan el fracaso de la misma al hecho de que el hombre no acepta que la mujer se le equipare. A este respecto podemos decir que, durante siglos, la familia patriarcal con un hombre a la cabeza dominó todas las sociedades. En la actualidad, con la creciente presencia de la mujer en la población económicamente activa, hay una alta tasa de divorcios en familias que tienen una mujer a la cabeza del hogar. Sin embargo, mis estudiantes también señalan otras causas, como la infidelidad; el hecho de que el hombre se relacione más “virtualmente” y la mujer, cara a cara; que el hombre vigile a la mujer; que el hombre cuestione por qué se gasta tanto dinero; y que el hombre no acepte que la mujer esté mejor preparada.

La socióloga Schwartz de la Universidad de Washington divide a las parejas contemporáneas en tres variedades: los matrimonios tradicionales o convencionales, en los que el hombre aporta dinero a la unidad familiar y la mujer trabaja tiempo completo en la casa, cría y educa a los hijos; los matrimonios “semipares”, en los que ambos trabajan fuera del hogar y son defensores de la igualdad entre los sexos, sin embargo, no saben cómo lograr la democracia en el hogar, pues el hombre toma las decisiones económicas y la mujer realiza las tareas domésticas; y los matrimonios “entre pares”, en los que los cónyuges tienen el mismo rango sobre las decisiones económicas, y las tareas domésticas y crianza de los hijos es colaborativa. En estas relaciones, se experimenta una intensa sensación de camaradería y amistad.

Ahora bien, amén de la familia extendida, en la actualidad hay nuevas formas familiares. Se las llama “familias intencionales” y “parientes psicológicos”. Ambas, familias de elección, pueden ser de amigos o vecinos. Sus integrantes comparten momentos importantes, se crean vínculos celebrativos y todos se preocupan por el bienestar de todos. Son nuevas formas comunitarias, no hay vínculos de sangre. Aquí, la percepción vale más que la sangre. En este contexto, son las mujeres que ponen más atención en la creación de estos lazos de parentesco. Un proverbio africano dice: “Para criar a un niño hace falta todo un pueblo”, es decir, desde una perspectiva antropológica, vivir en una comunidad cuyos miembros se conocen y ayudan es un aspecto esencial de la vida. En este contexto, ¿será posible abrir nuestra mente y recrear el afecto de las nuevas generaciones hacia estas ineludibles formas familiares?