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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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II Guerra Mundial

II Guerra Mundial
La rendición incondicional de la Alemania nazi ante los Aliados fue realizada dos veces y en distintos lugares, no porque el vencido tuviera aún alternativas de proseguir con la locura bélica, sino por la tozuda posición estalinista que exigía que en la capitulación debía insertarse explícitamente que lo hacía ante el Ejército soviético.

Evidentemente, el 7 de mayo de 1945, en Reims, el general Alfred Jodl, como miembro del Estado Mayor del Gobierno provisional, suscribió el acta de rendición incondicional de todas las fuerzas alemanas ante los Aliados, lo que suponía que deponían sus armas y la consiguiente posición bélica confrontacional, ante los cerca de 70 estados que hacían parte de la órbita aliada. El Ejército Rojo halló que tal documento tan solo constituía una rendición parcial, puesto que no se lo incluía de manera expresa. De ahí que el general Gueorgui Zhúkov, comandante en jefe de las tropas soviéticas en Alemania, exigió la repetición del acto en el cuartel general ruso en Berlín, al día siguiente, haciéndose constar expresamente en el acta que el derrotado Ejército del Tercer Reich se rendía incondicionalmente ante la Unión Soviética, con toda la parafernalia que el caso exigía, incluyendo la entrega del arma de reglamento por parte del ario suscribiente.

De esa manera, el mundo se dividió en dos fracciones para conmemorar el fin de la Segunda Guerra Mundial, unos el 7 y otros el 8 de mayo. Quienes consideran que la contienda bélica es imprescindible en la historia de los pueblos como elemento básico para el desarrollo de la humanidad celebran que tal hecho haya aportado infinidad de elementos técnicos, no solo en el ámbito militar, que luego fueron aplicados a la vida cotidiana y doméstica.

Otros resaltarán sus consecuencias internacionales y la creación de organismos comunes como la OIT y la OMS, para aunar esfuerzos en favor de los trabajadores y la salud. En el campo político, analizarán las consecuencias de la Guerra Fría emergente del reparto del mundo que se hizo posteriormente a la capitulación.

En fin, son vastos los puntos de vista y los enfoques que se pueden dar al tema. Lo que es innegable y no requiere argumento alguno que justifique la II Guerra Mundial es la perpetración de la barbarie contra toda la humanidad, realizada por un régimen insano. La ideología social nacionalista, basada en la pureza de la raza aria, no permite la más mínima justificación ni conceptual, y peor históricamente, concebir que un grupo étnico se mantuvo a lo largo del tiempo al margen de la imprescindible sociabilidad humana, conservando sus rasgos y caracterizaciones particulares impolutas, es algo que se encuentra dentro los marcos de la ciencia ficción.

Peor aún si en base a ello se pretende construir la justificación de razas superiores o inferiores, unas destinadas a imperar en el mundo y otras condenadas a la extinción. No obstante, lo precario de sus argumentaciones, el nacionalsocialismo alemán instituyó el sistema más oprobioso de la historia del siglo XX: el totalitarismo, y consecuentemente a ello la nulidad de los derechos individuales y personales y la más consagrada posición antidemocrática. Eso es algo para recordar perennemente.