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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Francia y un alivio que no lo es tanto

Francia y un alivio que no lo es tanto
Con relativo alivio, Francia, Europa y el mundo entero recibieron la tarde del domingo los resultados de la segunda vuelta de las elecciones en el país galo. El candidato socioliberal Emmanuel Macron obtuvo la victoria en las presidenciales, con el 66.10 de los votos, frente al 33.90 recabado por su rival, la ultraderechista Marine Le Pen, con el total del escrutinio finalizado.

Las autoridades electorales detallaron que el exministro de Economía recibió el apoyo de 20.75 millones de electores, mientras que la líder del Frente Nacional (FN) fue respaldada por 10.64 millones. La abstención, la más alta desde 1969, fue del 25.44 por ciento y los votos en blanco y nulos registraron un récord, el 11.47 por ciento de los sufragios depositados.

Un acción política ciertamente innovadora y fresca sustentó el triunfo del ahora Presidente electo que, con 39 años, es el más joven en ocupar ese cargo en Francia. Poco sin embargo puede esperar de él la clase trabajadora, dado su pasado como exbanquero de inversiones y exmiembro del gabinete de François Hollande. Todo apunta a que la derecha neoliberal ha ganado un nuevo espacio de poder, nada menos que en una de las naciones más ricas del planeta.

Sin embargo, esta es una suerte de “mal menor”, si se toma en cuenta que Macron se presentó como liberal en lo social, partidario de la desregulación económica y defensor a ultranza del actual modelo de Unión Europea, en contraposición a Le Pen, una extremista antieuropea, xenófoba y proteccionista en lo económico.

A más de lo anterior, no deja de ser por demás llamativo el avance de la ultraderecha en el país galo. Un análisis de la agencia EFE señala que, en 15 años, el movimiento fundado por Jean-Marie Le Pen en los años 70 y liderado ahora por su hija Marine ha doblado el número de votos y consolidado un amplio apoyo que supera los 10 millones de sufragios, un tercio de quienes votan.

En 2002, el segundo puesto de Le Pen en las presidenciales fue un terremoto en la política francesa, que consideró una pesadilla que la ultraderecha estuviera a las puertas del poder. Con 5.5 millones de votos, casi un 18 por ciento del total, el fundador del partido provocó una reacción en cadena de todas las fuerzas políticas que, de forma unánime, apelaron a votar contra él en la segunda vuelta. El patriarca fue derrotado entonces por el conservador saliente Jacques Chirac, con más del 80 por ciento de los votos, y los analistas consideraron que aquel 21 de abril de 2002 fue un accidente provocado por la división dentro de la izquierda.

Tras el concurso del FN en varias otras elecciones con resultados en caída, el punto de inflexión para un nuevo crecimiento llegó en 2011 de la mano de Marine Le Pen, quien sustituyó a su padre en el liderazgo del partido. La hija aprovechó las crisis de la política tradicional y “modernizó” su organización, alejándose de íconos prácticamente fascistas, pero manteniendo una propuesta retrógrada.

La líder asimismo apeló al maquillaje de sus iniciativas acudiendo a ya muy conocidas tácticas de marketing político, y el resultado no es poco: un tercio de los franceses le creyeron, según la cifra de los cómputos oficiales (aunque con el matiz del alto resultado de la abstención y votos nulos).

“Si las cuentas de Marine Le Pen son buenas, dentro de cinco años debe producirse el asalto al Elíseo que pronosticó en sus primeras presidenciales” señala el análisis de EFE. Se trata, pues, de un tenebroso pronóstico, uno que además, con seguridad, reforzará a partidos de ultraderecha de todo el continente europeo, que piensan que en la difusión del miedo al otro se puede basar una gestión de desarrollo para sus ciudadanos. Así las cosas, la de Macron es una victoria pírrica que, restando además comicios parlamentarios, puede solo ser un acicate para el fascismo.