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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Incremento salarial, cuestión de perspectiva

Incremento salarial, cuestión de perspectiva
El presidente Evo Morales y la Central Obrera Boliviana (COB) acordaron el jueves subir un 10.8 por ciento el salario mínimo, y un 7 por ciento el salario básico. El anuncio fue realizado por Morales y el máximo dirigente de la COB, el minero Guido Mitma, luego de una reunión que mantuvieron en La Paz.

Actualmente, el salario mínimo es de 1.805 bolivianos, y con el aumento llegará a 2.000 bolivianos, mientras que el salario básico varía en el sector público o privado y por el grupo ocupacional.

Se prevé que Morales firme este 1 de mayo, el decreto sobre el aumento salarial, como hace todos los años en homenaje al Día del Trabajador. El decreto como cada año será de cumplimiento obligatorio para el sector estatal y privado y retroactivo a enero.

Hasta ahí los hechos concretos. La medida ha suscitado diversas reacciones. Con seguridad, para quienes ganaban el mínimo nacional, un gran sector de la población, la noticia es buena. Poco menos de 200 bolivianos (sujetos a descuentos varios) más al mes pueden significar una mejor alimentación, un ahorro o un pequeño capital para atender alguna emergencia salubre.

Mitma por su lado destacó que los aumentos son superiores a los ofrecidos inicialmente por el Gobierno, que planteó en principio 6 por ciento para el mínimo nacional y 5 por ciento para el sueldo básico.

Morales resaltó que los incrementos acordados están por encima de la tasa de inflación del año anterior (4 por ciento ), un sistema que el Gobierno ha usado desde que el Mandatario llegó a la Presidencia en 2006.

A su vez, la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) tildó de "grave" e "incomprensible" la decisión del Ejecutivo y los sindicatos. En un comunicado, la CEPB alerta que la medida "es la continuidad de una práctica que en los últimos años ha distorsionado toda racionalidad en el manejo de la política salarial” y que “va a afectar duramente" al sector privado, sobre todo a las empresas pequeñas y medianas.

Haciendo notar que el incremento al mínimo nacional implica la elevación del pago por hora de trabajo de 11.28 a 12.50 bolivianos, el comunicador Antonio Gómez Mallea expresó en su cuenta de Facebook: “Pongamos el contexto. En dólares, el salario mínimo boliviano pasa de $us 259 mensuales a $us 287, lo que todavía nos pone muy por debajo de Panamá ($us 744), Costa Rica ($us 512) o por debajo de Argentina ($us 479), Chile ($us 413), Uruguay ($us 341), Ecuador ($us 375) y Paraguay ($us 340). Estamos a la par de Brasil ($us 290) y Colombia ($us 282), y por encima de El Salvador ($us 251), Perú ($us 255), Nicaragua ($us 115) y México ($us 105, este salario mínimo deben envidiar los empresarios)”.

Para sumar criterios a tales consideraciones, pensamos que toda medida económica debería tener más un carácter técnico que político. Y ese carácter técnico tendría que estar orientado al sostén de la estabilidad macroeconómica, ciertamente un logro de este Gobierno, pero uno que, el momento en que no sea tal, podría desatar consecuencias políticas imprevisibles, de ahí que el asunto es muy delicado.

En este marco, nos atrevemos a conjeturar que el Ejecutivo se animó a un incremento algo más elevado que años anteriores ante la perspectiva de un crecimiento del Producto Interno Bruto menor al establecido para el pago del doble aguinaldo. Recordemos que, para la cancelación de ese beneficio, el crecimiento debe llegar por norma al 4.5 por ciento , lo que no sucedió el año pasado y por ello no se hizo efectivo tal pago que, a inicios del 2016, el Gobierno anunció como “seguro”. Suponemos que este año pasará lo mismo, puesto que aun las previsiones de organismos como la CEPAL y el Banco Mundial prevén un crecimiento menor al 4.5 por ciento .

Por otro lado, criticamos que en las negociaciones de este tema se insista en no invitar a los empresarios. Es cierto, este Gobierno llegó al poder ofreciendo una mejor vida sobre todo a los más pobres y a ellos debe su base electoral, pero ello no impide al menos escuchar al sector que, en principio, podría describir su realidad y, si bien expresaría su rechazo a las alzas, podría dar también ideas para mejorar los incentivos a la producción o, por ejemplo, a la desburocratización del pago de impuestos.