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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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COLECTIVO TELARTES

Crisis e impuestos

Crisis e impuestos
El Ministerio de Culturas y Turismo tiene tres viceministerios, pero ninguno está estructurado para diseñar políticas públicas que alienten procesos formativos o expresiones culturales de los ciudadanos del Estado. Por medio del Viceministerio de Interculturalidad, se intenta abordar el universo complejo de las expresiones culturales a través de dos direcciones, una de Promoción Cultural y Artística y otra de Patrimonio Inmaterial; además de entidades satelitales como la Orquesta Sinfónica, el Conacine y el Ciaaat.

La organización ministerial es débil y desestructurada. A ello se suma la desnaturalización de los fines y objetivos intrínsecos del Ministerio, con la asignación de la realización de un evento deportivo automovilístico (Dakar) que consume la partida presupuestaria más importante de toda la cartera cultural del Estado.

En suma, tenemos un escenario superestructural dislocado del quehacer de las expresiones culturales y desnaturalizado en el plano operativo y funcional. Esta es la base material de la crisis que enfrenta el sector a raíz de la pretensión impositiva a los artistas.

Los escasísimos fondos que el Ministerio ha destinado a contadas actividades y artistas se han tenido que mimetizar en un clasificador de cuentas estatales obsoleto y disfuncional al quehacer creativo, heredado del sumun neoliberal. La pervivencia de esa lógica acarrea hasta hoy un trato perverso hacia los cultores y artistas que terminan recibiendo montos muy por debajo de lo que originalmente se les asegura y promete, deviniendo en situaciones de déficits que son afrontados estoicamente por los propios artistas y cultores.

Entonces, es natural que los ciudadanos dedicados a las expresiones culturales se pregunten qué reciben del Estado para que se pretenda cobrar impuestos. Estamos enfrentados a una posición de fuerza absolutamente inequitativa y desproporcionada.

Es por todo ello necesario el inmediato establecimiento de una mesa de trabajo sobre la problemática impositiva de las expresiones culturales, en la que nos sentemos en igualdad de condiciones la sociedad civil y el Estado para construir un sistema equitativo, justo y que condiga con la asignación presupuestaria que el Estado está obligado a destinar para garantizar el derecho humano constitucionalizado de acceso, uso y disfrute de los derechos culturales. El nuevo pacto fiscal debe reconocer que la cultura genera importantísimas cadenas de valor, no solo mercantiles, sino de sentidos. Este es su mayor valor porque nos provee identidad, pertenencia y explica nuestros particulares modos de existir.