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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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La histórica y fallida elección judicial

La histórica y fallida elección judicial
La muy deficiente administración de justicia en Bolivia fue, desde la creación de la República, un mal endémico. Casos de retardación de hasta 25 años, cárceles llenas de presos sin sentencia y operadores corruptos hicieron que el Poder Judicial ocupe los lugares más bajos en cuanto a credibilidad ciudadana.

El más reciente intento de cambio del sistema se efectuó el 16 de octubre de 2011 cuando, en cumplimiento de la nueva Constitución Política del Estado promulgada dos años antes, se llamó —de modo inédito en el país y la región— a elecciones para por voto popular constituir los más altos cargos. Habiendo fracasado tal metodología como lo admitió sucesivas veces el mismo oficialismo y como reclamaron recientemente seis líderes opositores, conviene recordar cómo es que se llevó adelante este proceso.

Este comenzó en medio de una crisis. Empezando el mes de los comicios, OPINIÓN tituló: “Conflictos enturbian clima de las elecciones judiciales”, dando cuenta además de una acusación y un riesgo: “El presidente [Evo Morales] señala que el movimiento indígena por el Tipnis tiene el objetivo de obstaculizar esas elecciones. El Tribunal Electoral admitió que pueden postergarse”.

La nota editorial de ese primer día de octubre ya advertía de los riesgos: “En el proceso electoral, uno de los puntos que son anotados como negativos para la concurrencia consciente del elector está en la falta de conocimiento de los ciudadanos respecto a los candidatos que conforman la dilatada papeleta electoral. Otro asunto concomitante es una especie de polarización entre la oposición y el oficialismo, cuando la primera propugna el voto nulo como una forma de protesta ciudadana”. Y es que se trataba de un escenario diferente y con restricciones legales para la prensa. El 9 de octubre, el tema central del diario tituló: “Ausencia de campañas es parte de la nueva democracia”, con el adelanto: “Según el Tribunal Electoral, el objetivo es que el candidato no se presente como una mercancía”.

Un día antes de los comicios, el 15 de octubre, los encabezados reflejaron cierto pesimismo: “TSE: ciudadanos serán el ‘control social’ el domingo”, “Morales y García instan a la población a acudir a las urnas”, “Elecciones judiciales tendrán solo 60 observadores” y “García Linera reconoce que la difusión de méritos fue insuficiente”.

La jornada siguiente se expresó la desazón: “Pese a tendencia del voto nulo, Evo da por válidas elecciones”, informando que la tendencia de votos nulos y blancos llegó a más del 60 por ciento , frente al 40 por ciento de los votos válidos, en un sufragio que por otro lado tuvo un alto índice de ausentismo: más del 20 por ciento . El adelanto dio cuenta del balance político: “La oposición celebra lo que considera una derrota para el Gobierno. Evo da por válida la elección y señala que los candidatos más votados serán los magistrados de los cuatro tribunales”.

El Ejecutivo fue admitiendo sus culpas de a poco, hasta llegar a la contundencia. El 12 de abril de 2014, la apertura de la sección El País fue: “Evo: ‘En vano incorporamos poncho y pollera en la justicia’. El primer párrafo señaló la continuidad de la crisis: “El presidente Evo Morales afirmó ayer en el municipio de Muyupampa (Chuquisaca) que la retardación judicial y la corrupción son el ‘cáncer’ de la justicia boliviana, y que poner ‘poncho y pollera’ no cambió nada”.

Similares expresiones fueron vertidas posteriormente por casi todas las autoridades del Gobierno, que se ha puesto como reto mejorar actualmente el proceso. Por el bien del país, ojalá se tomen las medidas pertinentes para no repetir el fracaso anterior.