“En el gabinete, me gustaría preguntar, fuera de Álvaro García —a quien ya lo he felicitado y a su esposa, con la que tiene una familia constituida, en buena armonía, muy feliz—; fuera de Álvaro García Linera y su esposa, ¿qué miembros del gabinete tienen una convivencia familiar? Empezando de Evo, ¿quién tiene? Divorciadas, divorciados, separados, con aquí, allá. ¡Y ese gabinete de gente desplazada por la vida va a dar pautas sobre cómo hay que hacer los abortos!” Tales declaraciones corresponden al sacerdote católico Eduardo Pérez Iribarne, y fueron emitidas en su programa Café de la Mañana de Fides Tv y radio Fides, el pasado martes.

Su contenido discriminatorio motivó airadas y razonables críticas de parte de los aludidos directa e indirectamente. "Consideramos inadmisible que el padre Eduardo Pérez (…) haya hecho algunas referencias públicas cargadas de discriminación y voces que consideramos superadas en un país que ha hecho enormes esfuerzos por erradicar este tipo de actitudes", dijo la presidenta de la Cámara de Diputados, Gabriela Montaño, arropada por legisladoras y otras autoridades del oficialismo. "Como persona que honrosamente forma parte del gabinete de ministros del presidente Evo Morales y como exalumno del colegio San Calixto, formado bajo la guía y sabiduría de la Compañía de Jesús, no logro entender estas declaraciones de una persona a la cual respetaba, valoraba y consideraba de verdad un amigo", reclamó el titular de la cartera de Justicia, Héctor Arce. El comunicador Antonio Gómez Mallea escribió, en un artículo titulado “La moral del curita”: “Sentí que un cura se alzaba desde su polvoriento púlpito recamado en pan de oro y me acusaba con su firme índice llamándome ‘desplazado de la vida’, a mí que —lo reconozco— tengo un divorcio ‘con aquí’ y una nueva juntucha ‘con allá’. Y también me di cuenta de que ‘desplazada de la vida’ era mi compañera, con sus dos divorcios a cuestas, ‘con allá y más allá’. Y sentí que el cura nos decía: ‘¡Callaos, impuros divorciados, vosotros no tenéis moral para hablar!

Y es que lo afirmado por Pérez, además de incurrir en la exclusión, no tiene una lógica coherente. El sacerdote, a la vez de descalificar a los divorciados y separados a quienes llama “desplazados por la vida”, sostiene que, al no tener una “familia constituida” (en el sentido conservador del concepto, además), las autoridades no están capacitadas para debatir una ley. Siguiendo ese mismo razonamiento, bien podría inferirse que, puesto que los integrantes de la curia no tienen de igual modo “familias constituidas” —las normas de la Iglesia católica lo prohíben—, tampoco estarían autorizados para hablar del tema. Ambos razonamientos son, pues, absurdos.

Las declaraciones de Pérez van por otro lado a contracorriente de lo que proclama el mismo papa Francisco. Exactamente hace un año, el mayor líder del catolicismo publicó una exhortación en la que apoyó el acompañamiento de las situaciones familiares como las de los divorciados a los sacramentos, mediante un proceso que debe evitar la rigidez. El documento, de 261 páginas, lleva por título “Amoris Laetitia” (La alegría del amor) y en él Jorge Bergoglio se explaya abordando el tema de la familia, sus retos y problemáticas, aportando consideraciones doctrinales. Francisco reconoció que el matrimonio y la familia no se sostienen “solamente insistiendo sobre cuestiones doctrinales, bioéticas y morales”, y pidió a los curas estar cerca de sus fieles para poder entender la complejidad de problemas que enfrentan. “El camino de la Iglesia es no condenar a nadie para siempre”, señala el papa Francisco en el capítulo ocho, el más delicado de su exhortación apostólica, pues es el dedicado a “reintegrar” en la Iglesia a los divorciados vueltos a casar y a las personas que viven en situaciones matrimoniales “llamadas irregulares”.

Así las cosas, sería bueno que Pérez reflexione y admita lo que fue un error, cosa que no hizo al menos hasta la redacción de este editorial.