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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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UN POCO DE SAL

Pascua, ¿solo una creencia?

Pascua, ¿solo una creencia?
Una vez más, los cristianos hemos pasado por la Semana Santa sin mayor significancia para nuestras vidas y para la historia, pues, las más de las veces, es solo una costumbre con algunos ritos litúrgicos de parte de las iglesias, en el seno de los hogares o unos días de merecido descanso. Como consecuencia de ello, el Domingo de Resurrección ya no nos dice nada o nos contentamos con los huevos de Pascua.

Si releemos los relatos de la resurrección de Jesús, veremos que, más que hechos históricos, son experiencias profundas, relatadas años después por escrito, en un lenguaje simbólico, mítico y poético, como la mayor parte de las sagradas escrituras.

Y para muestra de ese lenguaje mítico, que expresa algo profundamente real por haber sido experimentado, tenemos los signos extraordinarios de ángeles que se aparecen y que son los primeros que dan la noticia a las mujeres, y estas a los discípulos. Luego están las apariciones y desapariciones de un Jesús que además atraviesa las paredes y por fin despega del suelo para subir por encima de las nubes.

Pero, lo que sí es totalmente histórico es la transformación de las discípulas y discípulos de Jesús, días después de la impresión intensa y traumática de haber presenciado la tortura y vil asesinato de su amado maestro. Como también son reales las consecuencias personales e históricas de aquella experiencia.

Simbólico es el relato del Día de Pentecostés, escrito en este lenguaje, con temblores de tierra y lenguas de fuego, pero en el que una comunidad timorata y encerrada en sus cuatro paredes recién experimenta la resurrección de su maestro y se transforma denunciando valiente y públicamente la tremenda injusticia cometida por las autoridades políticas y, sobre todo, por las religiosas. Y se lanza a transformar la sociedad.

Hoy nos sobran creencias y nos faltan experiencias transformadoras, que deberían ser alentadas por las iglesias a los cristianos ante tanta injusticia y muerte, tanta miseria y destrozos de la naturaleza, junto con la tentación y el poder del dinero. Así sí podríamos experimentar signos de resurrección, que nos transformasen y nos empujasen, aun con pequeños logros, a transformar y mejorar este mundo, como lo transformaron aquellos y aquellas que la experimentaron en su día.