Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 10:55

MÚSICOS ARGENTINOS Y BOLIVIANOS TOCARON EN LOS HOSPITALES ALBINA PATIÑO Y GERMÁN URQUIDI Y EN EL ASILO SAN JOSÉ.

Inyectan “música para el alma” en Cochabamba

Inyectan “música para el alma” en Cochabamba



Ana Leticia, de un año y ocho meses, solo encuentra calma sobre el regazo de su madre cuando esta vuelve a mostrarle en su teléfono móvil el video del tema principal de “La pantera rosa”, la popular composición de Henry Mancini que hace solo unos minutos interpretaron unos 30 músicos argentinos y bolivianos en un escenario insólito. No se trataba de un teatro, aunque tenía asientos fijos; tampoco de un auditorio, aunque había público; menos aun de una sala de ensayo orquestal, aunque no faltaban violinistas, chelistas, cantantes y un director de orquesta. Era, en realidad, la sala de espera del hospital pediátrico Albina Patiño de esta ciudad, aunque a lo que más se parecía era a un salón de fiestas infantiles: con las paredes adornadas de globos de colores, los músicos tocados de sombreros brillantes, de narices de payasos y de orejas de caricaturas, y los niños y sus padres aplaudiendo y riendo. Solo las esporádicas interrupciones del megáfono llamando a médicos ofrecían un recordatorio de la verdadera identidad del lugar.

Es que Ana Leticia y su madre, María Luz, hicieron parte del privilegiado público que vio, escuchó y hasta grabó el miniconcierto que ofrecieron los intérpretes del proyecto denominado “Música para el alma”. Fue la primera de sus tres presentaciones en Cochabamba, realizadas en el marco de su gira boliviana que arrancó en La Paz y concluirá mañana en Santa Cruz. Del Albina Patiño se fueron al hospital Viedma y, en la tarde, tocaron en el asilo San José. En los tres lugares dieron una muestra de su particular iniciativa: llevar la música orquestal a escenarios atípicos, como centros hospitalarios u hogares de ancianos, donde generalmente imperan la angustia, el estrés, la preocupación y el dolor. “Música para el alma” nació hace cuatro años, de la iniciativa de un grupo de músicos argentinos, tras la muerte por cáncer de una colega y amiga, para quien tocaban durante su padecimiento. A la fecha han realizado unos 300 conciertos en países como Argentina, Chile, Perú, Ecuador y Uruguay, cuenta el chelista y presidente de la fundación “Música para el Alma”, Jorge Bergero. A Bolivia han venido por primera vez. Llegaron ocho, tres de ellos cochabambinos radicados en Buenos Aires, y en cada una de las tres ciudades donde tocan son reforzados por músicos locales. En Cochabamba, por ejemplo, colaboraron el director de orquesta Augusto Guzmán y más de una quincena de intérpretes de instrumentos de cuerda y de viento.

Así, poco después de las 10:00 de ayer, argentinos y bolivianos se unieron para tocar, ante niños, madres, padres, médicos y personal del Albina Patiño, un repertorio que arrancó con la “Danza húngara” de Brahms, recorrió música de películas (además de la de Mancini, “La misión” de Morricone), visitó a Mozart, se animó con una tarantela y se cerró en euforia con la cueca chapaca “Moto Méndez”.

Duró apenas poco más de media hora, pero para muchos de los que estuvieron fue algo irrepetible. Así lo reconoció el director médico del Albina Patiño, Pedro Rivera, quien no se privó de grabar con su celular varios momentos del concierto. No era para menos. En su experiencia en el hospital era la primera vez que veía actuar tan efectivamente una medicina contra el estrés, que no solo fue “inyectada” a los niños en espera de ser atendidos, sino a sus padres y a los propios médicos, que suelen estar sometidos a altas dosis de presión en el centro médico.

Fue también la primera vez que Sonia y su hijo Santiago, de cinco años, tuvieron chance de ver un espectáculo orquestal. Y para más regocijo, no les costó nada. Ambos llegaron al Albina Patiño para que el pequeño fuera examinado por una tos que no se le pasa y que le obligó a faltar a clases de kínder en la mañana. Estaban resignados a esperar por la consulta, entre el tedio y la angustia, pero, de la mano de Mozart y Morricone, se contagiaron del virus de la euforia que repartieron los músicos.

Uno de ellos, Pedro Bustamante, cochabambino y violinista, confesó la emoción de haber traído a su ciudad la experiencia de “Música para el alma”, la cual bien podría ser replicada localmente. Después de todo, músicos ya hay y público también. No hace falta más que ver cómo Ana Leticia se solaza con la cadencia de la “La pantera rosa” mientras espera para hacerse un examen de laboratorio.

400 Pacientes

Recibe a diario el centro de pediatría Albina R. de Patiño, localizado en la calle Jordán y Oquendo. Entre 40 y 50 de los que acuden al turno de la mañana tuvieron ayer el privilegio de ver y escuchar el concierto de “Música para el alma”. Tanto o más lo disfrutaron las madres y padres que acompañan a sus niños al hospital. Lo propio hicieron varios de los 22 médicos que trabajan en el centro médico.