Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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DE FRENTE

Premios no merecidos

Premios no merecidos
En los más de diez años de gobierno del Movimiento Al Socialismo, el Presidente, el Vicepresidente y a su turno las y los parlamentarias/os nos han repetido machaconamente que los valores adoptados por el pueblo boliviano son los de nuestros ancestros quechuas, aimaras, guaraníes y de otros pueblos originarios. Tal es así, que el artículo 8 de la Constitución Política del Estado incorpora el ama qhilla, ama llulla, ama suwa, igualdad, dignidad, respeto, responsabilidad, entre otros.

Por lo que conocemos, las comunidades quechuas en las que estos valores son practicados expresan, por ejemplo, el reproche severo a la mentira, al robo, a la flojera, a la ofensa gratuita, a la irresponsabilidad. Tienen hospitalidad para recibir a las visitas; se esmeran cuado son invitados cuidando su apariencia física, lo que van a decir y cómo se van a dirigir a sus interlocutores, todo basado en el respeto hacia el otro y a sí mismos. El indígena de verdad ofrece siempre lo mejor de lo que tiene.

En la cotidianidad del ejercicio del poder de quienes se dicen ser representantes indígenas, lo que menos vemos no es la práctica de esos valores. La pregunta es si los perdieron en el camino o nunca tuvieron conciencia de su existencia por estar siempre ocupados en disfrazarse con el ropaje y los colores del grupo político de turno.

Para muestra, tenemos las designaciones para el cuerpo diplomático de nuestro país. Con honrosas excepciones, los hombres y mujeres son para llenarse de rubor por vergüenza ajena. Carecen en absoluto de preparación para representar con seriedad y solvencia a Bolivia y, lo peor, es que, con sus poses, disfraces y conducta en el destino, lo que hacen es reforzar los prejuicios sobre la población indígena boliviana.

Este empeño por mostrar la parte menos presentable de lo que se tiene como país, solo porque apremia la necesidad de retribuir dudosas lealtades, nos hace pensar que en esferas gubernamentales existe un profundo desprecio escondido contra lo indígena. No puede ser que, en lugar de premiar a quienes con esfuerzo propio y de sus familias han alcanzado un título profesional superando las barreras de la discriminación, han logrado destacarse en el mercado laboral sin necesidad de padrinos ni madrinas y son socialmente respetados y respetadas, se les ignore o ataque. Ni modo, una vez más la mediocridad nos representará en el exterior como resultado de la repartija de premios no merecidos.