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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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PARALAJES

Apocalipsis en cuotas

Apocalipsis en cuotas
No sabemos si el “fin del mundo” ha estado siempre presente en la mente humana, en todos los períodos históricos. Sin duda, el nuestro es uno de esos en los que la posibilidad de un apocalipsis es parte del imaginario colectivo. Es difícil comprender adecuadamente las mentalidades de épocas pasadas. Los datos son muy fragmentarios. Se puede hacer una historia de las ideas, pero estas suelen ser reflejo del universo cognitivo de los pocos que, en tiempo no tan remoto, tenían acceso al conocimiento e, igualmente importante, la motivación para dar a conocer por escrito sus ideas, intuiciones, hallazgos, dudas, certezas. Es decir, es más fácil conocer de modo directo los pensamientos y creencias de ciertas élites “intelectuales” o religiosas que conocer las mentalidades colectivas, populares. Pero esto no significa que lo último sea imposible. Podemos, de manera indirecta, aunque lo que creamos saber esté siempre sujeto a especulación, interpretación y revisiones.

En la era cristiana el milenarismo ha sido un motivo recurrente. Esto tiene que ver con el mesianismo heredado de la religión judía y con la promesa de una segunda venida de Cristo. En el noveno siglo de esta era una ola de mesianismo fanático, plagado de visiones terroríficas, envolvió a la Europa medieval. Pese a que las profecías de un inminente fin de los tiempos no se cumplieron, el fundamento religioso, cristiano, de la mentalidad colectiva no disminuyó un ápice. Las plagas ayudaban. Fue en dicha época que la Iglesia aseguró su hegemonía en la sociedad europea. Es cuando consolidó la Inquisición, para controlar las herejías que brotaban por doquier. A mitad del siglo XX resurge un milenarismo de nuevo cuño con la invención de la bomba atómica. La Guerra Fría fue un período en el que el riesgo de una conflagración entre las dos superpotencias pendía como una espada de Damocles sobre la civilización planetaria, amenazando con la aniquilación de la misma o de la propia especie humana. Tras y pese al colapso de uno de los contendientes no estamos totalmente libres de los espectros de aquel período. La euforia del bando vencedor apenas duró una década, con el autoengaño de un supuesto “fin de la Historia”, pensada por un futurista e ideólogo del establishment, Fukuyama. El triunfo del capitalismo, a fines de los 80, tiene más sabor a un “falso amanecer”, como diría el filósofo John Gray (el de Oxford, no el de Marte y Venus) que a un hecho para celebrar. Empero, en el presente no hay un horizonte civilizatorio alternativo que tenga una gran probabilidad de imponerse o seducir a la humanidad, al menos no pronto. Casi nadie ve, al modo de Fukuyama, el capitalismo tardío como una utopía. Tampoco, al modo de Huxley, como una pesadilla distópica. Hay indiferencia y la convicción, generalmente no explícita, de que no hay opciones. El aporte latinoamericano, el socialismo del siglo XXI, parece haber sido una esperanza de corta duración.

Una guerra termonuclear no es probable en el corto plazo. El uso de armas nucleares tácticas, en cambio, sí. La Ministra alemana de Defensa declaró que el reciente ataque de EEUU contra el Gobierno sirio fue, en realidad, un mensaje velado a China y Corea del Norte. Pyongyang quiere ser un peso pesado en el club atómico. EEUU, Europa y Japón no se lo quieren permitir. Trump parece decidido a zanjar el tema. Habrán negociaciones, pero, si fallan, un conflicto nuclear local no es un escenario completamente descabellado.