Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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COLUMNISTA INVITADO

Inversión en la infancia

Inversión en la infancia
“Padre y madre matan a golpes a niña en Bolivia”, “Encadenaban a un niño para que deje de robar”, “Hombre viola a niña de 11 años, la embaraza y ella da a luz un bebé”, “Padres dejaron a un niño en la calle por seguir borrachera”, “Niña de familia de 8 miembros muere de hambre”, “Niña flagelada es encontrada en K’ara K’ara”. Esos titulares retratan el país que somos. Cada día existe alguna noticia en la que el hecho tiene como víctima a un niño o niña. Y cada día también nos vamos acostumbrando a que la indignación sea tan efímera como las soluciones que damos a la realidad de niños y niñas que, antes de ser noticia, pudieron haber tenido una oportunidad.

Son casos que casi a diario encontramos publicados. Más y más noticias de maltrato, abuso, negligencia, explotación e incluso homicidios de niños y niñas aumentan los indicadores de situaciones de riesgo social para la infancia. Y estos no incluyen a aquellos casos que nunca son denunciados, tal vez por temor o desconocimiento, aquellos de los que el silencio es el único testigo.

Aquellas historias de vida representan parte de la problemática de la infancia en el país, y ponen en cuestión el funcionamiento de las estructuras familiares, el involucramiento de cada persona con la protección de los niños y niñas, a cuanto padre, madre, hermano, tío, abuelo u otro se corresponsabiliza con una vida.

El interés superior del niño, refrendado en la legislación boliviana, parece ser más parte solo de la retórica que una respuesta basada en ello. Si la niñez representa la inversión social más sostenible de los pueblos, los estados, la sociedad, vale preguntarse: ¿por qué parece más rentable invertir en el desarrollo urbanístico que en el desarrollo humano de la infancia? Frente a ello, la familia es reconocida como el entorno ideal para el desarrollo de la infancia, así lo reconoce la Convención de los Derechos del Niño y también lo ratifica el Código Niña, Niño y Adolescente de Bolivia, pero, ¿qué hace cada ciudadano/a, institución, comunidad, empresa, municipio y departamento para fortalecer a las familias y así evitar la desprotección de los niños y niñas?

En el país existen experiencias de alto desafío y prácticas positivas, y es emergencia visibilizarlos, compartirlos, aprenderlos, replantearlos, crear otras formas de abordaje, y propiciar que la ciudadanía, gobiernos y agentes invirtamos más esfuerzos por la infancia y sus derechos. Y así, quizás, aquellos titulares que reflejan la realidad de la infancia comiencen a cambiar por historias de éxito y se conviertan en inspiración para continuar invirtiendo esfuerzos.

Sin embargo, ahora que llegó el 12 de abril, seguimos creyendo que una celebración digna es la donación de juguetes, improvisar un show de entretenimiento o visitar los hogares, donde los supuestos agasajados deben compartir con extraños el espacio en el que la sociedad los ha marginado.

Los verdaderos triunfos de una sociedad se edifican con el logro de cada ciudadano que ejerce sus derechos, que ha encontrado oportunidades, que ha logrado sus metas. Pero, para que ello ocurra, debemos invertir ahora; invertir recursos, tiempo, ideas y proyectos. Y es que, tarde o temprano, cada niño que nuestra indiferencia mate será el reflejo del mundo que realmente merecemos.