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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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OJO DE  VIDRIO

Colonia y descolonización

Colonia y descolonización
El hoy en el cual vivimos tiene un ojo panóptico que domina nuestras relaciones sociales. Son relaciones de clase, sin duda, pero también hay relaciones coloniales. Ese ojo panóptico no es la clase a la cual uno pertenece sino la Colonia, que rige nuestras formas de discriminación, nuestra adscripción a la “gente decente”, nuestro examen de los apellidos, la proscripción de ciertos oficios —verdulera, vendedora de La Cancha, plomero, carpintero y otros— como de alguien que no es de apellido ni pertenece a la “gente decente”, no importa que “los otros” ganen infinitamente más que “nosotros”.

Hegel decía que la sociedad es como un juego de espejos enfrentados en los cuales uno se reconoce en los otros y viceversa. Esto no ocurre entre nosotros porque la Colonia, la sociedad colonial, determina nuestros actos y concepciones. Aquí existe el otro porque existe la Colonia. Las mujeres eran parte del botín de los conquistadores, se embarazaban y tenían hijos “naturales”. Ni ellas ni sus hijos eran aceptados por la comunidad de origen, menos por la sociedad española. Es posible que ellas abrieran las pensiones en las ciudades, y sus hijos, mozos mestizos y gallardos, se dedicaban a abastecer el mercado interno como arrieros. Casi todos fingían ser españoles, se vestían como españoles y pugnaban por pertenecer a la sociedad española, que los rechazaba y los rechaza como antes.

Esta es una realidad innegable, pero la descolonización no significa el desapego de todas las teorías que vienen de Occidente, sino la recepción de ellas en un pie de igualdad con las nuestras, con todas, en un diálogo intercultural, de saberes, igualitario, que respete nuestra diversidad cultural y no erija una cultura como superior a las demás, como ocurre incluso en la educación superior de nuestros días.

Sería penoso ignorar el legado de la filosofía griega, del derecho romano, de la poesía griega y latina, de Lucrecio, Rabelais o Rimbaud, pero igualmente penoso sería erigirlos en posturas culturales superiores a todas. En eso consiste la descolonización, en desterrar la Colonia de nuestras relaciones sociales y estudiar la cosmovisión de tierras altas y bajas con el mismo interés y el mismo pie de igualdad que aquello que nos viene de Occidente.

Entender esto es un inicio; negarlo es suicida. No hay cultura que sea superior a las demás. No debemos ser solamente occidentales ni parodiar sus usos y costumbres, sino respetar las nuestras en un pie de igualdad con aquello que hace tantos siglos recibimos. Eso es descolonización.