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MIRADAS ANTROPOLÓGICAS

Semana Santa en Mojos

Semana Santa en Mojos
“El mojeño ora siempre: en el templo y en el trabajo y la vida; escucha con cariño por la radio la misa, la lectura de la Biblia, las celebraciones. Vive con gran intensidad los rituales y autosacramentales de Navidad, Semana Santa y la fiesta patronal. Ve la muerte con mucha sencillez y muere en las manos de Dios” (Jordá, 2004).

El indígena mojeño-ignaciano conserva una identidad específica, directamente vinculada a la Misión de San Ignacio que fue la tercera misión jesuítica fundada en estas pródigas llanuras en 1689. En la actualidad, el Cabildo Indigenal de San Ignacio de Mojos es una forma política religiosa de organización que sigue el patrón español, en el que se instituyen una serie de cargos de tipo religioso como político-administrativos. Mi colega beniana Martha Velarde aporta hoy desde su contexto cómo se vive la Semana Santa en San Ignacio de Mojos.

“Cada año, la población ignaciana se apresta a vivir el tiempo sagrado de la Semana Santa, que cobra sentido a través de ceremonias y rituales para representar la muerte y resurrección de Jesús. Se destacan también las tradiciones y costumbres que los antiguos habitantes de esta región transmitieron de generación en generación. Son parte importante de la conmemoración los miembros del cabildo indigenal y la comunidad indígena al participar activamente en las ceremonias que constituyen el referente cultural de esta manifestación.

En las misiones jesuíticas enseñaron ciertos comportamientos aún vigentes y que se llevan a cabo durante estos días en la comunidad indígena, como es el caso de los penitentes que, al haber cometido alguna falta, cargan pesadas cruces durante la procesión del Viernes Santo. Al mismo tiempo, son flagelados por los más ancianos de la comunidad, con el objeto de purgar sus pecados. Los nativos mojeños, en estas fechas, evitan los trabajos pesados para no agraviar al Señor.

Una tradición que no puede faltar en las familias es la preparación con anticipación del somó y los horneados abizcochados como el pan de arroz, roscas de maíz, rosquetes, jallullas; pues, en estos días santos, no pueden juntar fuego, ni preparar alimentos. Así también, no deben entrar a bañarse a la laguna o arroyo, pues el agua está pasmada y transformada en la sangre del Señor. Se debe esperar hasta que se haya realizado la bendición del fuego y el agua. Los miembros del cabildo indigenal suelen hacer guardia en los reservorios de agua para evitar que los jóvenes intenten hacerlo. De igual manera, no se puede cortar leña porque lastima el cuerpo de Jesús. No se debe castigar a los hijos durante estos días. Las faltas son cobradas por los padres al llegar el repique del Domingo de Gloria. Asimismo, no se debe cosechar las frutas porque aún no están bendecidas.

En la región se presentan dos épocas estacionales bien marcadas. La Semana Santa es la medida en la que concluye el tiempo de agua e inicia el tiempo bueno o seco, ya que mejoran las condiciones climáticas para trabajar sin temor a la inundación. Finalmente, para el indígena mojeño-ignaciano, esta solemne conmemoración religiosa es un hito de esperanza, para consolidar un mundo mejor dentro la comunidad indígena que vive y fortalece su fe en el Señor”.