Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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COLECTIVO TELARTES

Había una vez…

Había una vez…
Ya es el año 2017. Los artistas de las tablas seguimos idealizando las glorias pasadas; pero no solo soñamos con ellas, sino que ahora hemos entendido que, sin importar cuáles sean los gobiernos que entren al poder, sean estos liberales, neoliberales o, entre comillas, socialistas, el último de sus intereses, si acaso lo hay, es la cultura y generar las condiciones de un verdadero plan de desarrollo de las expresiones artísticas.

Para elaborar un plan de desarrollo cultural, así sea regional, se debe trabajar con los verdaderos interesados. Dejar de improvisar en las expresiones artísticas debería de ser una política de Gobierno; pero, como en los cuentos de hadas, “había una vez” un Proceso de Cambio en el que creímos muchos, pero el sueño terminó. Al volver a la realidad, nos encontramos con que los artistas seguimos sosteniendo las expresiones con nuestros propios recursos, que en muchos casos provienen de diferentes trabajos alejados de lo que nos gusta hacer. Eso, obviamente, no interesa a los gobiernos de turno.

Cada día comprendo más que las expresiones artísticas son una demostración de verdadero cariño, ya que sostener elencos de teatro, grupos de declamadores, colectivos de cuentacuentos, escritores y editoriales independientes que forman niños y jóvenes talentosos que aprovechan su tiempo en hacer actividades culturales con la esperanza de que el talento que tienen los lleve más allá de sus ciudades a cumplir sus sueños de participar en festivales o encuentros artísticos, representando a su país, es tan solo una quimera.

Sueño, sí, es un sueño para muchos. La iniciativa ciudadana ha tomado bajo su protección las artes, no solo como una simple inquietud, sino como una oportunidad de producción que genera economía colaborativa-creativa. Sin embargo, como la iniciativa ciudadana depende del bolsillo de uno mismo, dura mientras el presupuesto de un trabajo mal remunerado permita cubrir.

En este tiempo de amenazas permanentes y retrocesos del sector, abrazo a todos los artistas bolivianos, y en especial a los artistas potosinos que, además de producir arte, se preocupan también de formar nuevos valores, de organizar festivales, preocuparse de la comunicación cultural, de incidir en el cumplimiento de las escasas normativas que existen a favor de la cultura. Porque eso es producir algo desde la nada. ¡Fuerza, barreno y pólvora, desde el Cerro Rico, porque el arte es vida!