CONSTRUIR COMUNIDAD
Netanyahu quiere unos medios públicos más bajo su control
La voz de la alarma la dio la semana pasada un acuerdo político entre Netanyahu y su ministro de Finanzas, Moshé Kahlón, sobre el futuro de una nueva corporación que debe sustituir al conocido como "Reshut Hashidur" (Autoridad de Difusión), un anticuado servicio que desde hace años va a la deriva. Fueron el propio Netanyahu y su entonces titular de Comunicación, Guilad Erdán, quienes en 2015 impulsaron una ley para la creación del nuevo organismo, con el fin de poner fin a un anquilosado servicio de radiotelevisión que estaba siendo víctima de su propia burocracia, un abultado personal y salarios descomunales.
El nuevo aparato, denominado en hebreo "Kan", literalmente "Aquí", debía haberse inaugurado en 2015, en paralelo al desmantelamiento del anterior, pero las luchas sindicales de los antiguos trabajadores fueron retrasando el proceso y dando pie a los primeros destellos de politización.
"¿De que sirve la Corporación si no tenemos su control? El Ministro (de Comunicación) debe controlarlo...¿Qué creen, que les vamos a dar dinero para que emitan lo que quieran?", dijo en julio de 2016, en una reunión parlamentaria, la responsable de Cultura y Educación, Miri Regev.
Embarcados desde hace años, tanto ella como Netanyahu, en desacreditar a los medios de comunicación más críticos con su Gobierno derechista, la autonomía del nuevo organismo —garantizada por ley— se proyectaba como una amenaza política que en los últimos meses trataban de neutralizar.
La gota que colmó el vaso para Netanyahu fue conocer que la presentadora del principal informativo sería una conocida periodista casada con su principal rival político dentro del Likud, Guideón Saar, que el pasado lunes anunció su regreso a la política. Todo ello afianzó en él la idea de sanear el antiguo organismo, pero el titular de Finanzas, que ya había gastado cientos de millones en la creación de "Kan" y lo veía como una amenaza a la democracia, se negó a detener el proyecto. El resultado: un polémico acuerdo en el que el nuevo ente mantiene su autonomía, pero del que Netanyahu ha conseguido arrancar los servicios informativos en una empresa separada.
"Israel no es la Venezuela de 2017 ni la Alemania de 1933. Ha sido y sigue siendo una democracia basada en un fuerte poder judicial independiente, prensa libre y claras reglas de juego político", escribe el conocido columnista del periódico Yediot Aharonot Nahum Barnea, quien no obstante advierte que sí va tomando la senda del país latinoamericano en la era "chavista". El 1 de abril, unos 200 empleados de la nueva Corporación se manifestaron en Tel Aviv para exigir un servicio "limpio de influencias políticas" y en el que el primer ministro no tenga el más mínimo control sobre sus servicios informativos, como ocurría hasta ahora.
(Tomado de la agencia EFE)