Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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MIRADAS ANTROPOLÓGICAS

Bienvenida, Sebastiana

Bienvenida, Sebastiana
Sebastiana Kespi, mujer uru-chipaya, ganó el Premio Nacional de Gestión Cultural Gunnar Mendoza 2016, otorgándosele la distinción de “Tesoro Humano Viviente”. Sebastiana fue protagonista de un mediometraje de Jorge Ruiz, rodado en 1956, “Vuelve Sebastiana”, cuando ella tenía 12 años de edad. El tema aborda cómo esta niña deja su comunidad y llega al pueblo vecino de los temidos aimaras, que en tiempos remotos sometieron y aislaron a los urus. La cultura uru fue parte del señorío aimara de los karankas.

El mito de origen relata que los urus vivían bajo la difusa claridad de la luna, cobijándose en grutas, y que los adivinos no sabían por dónde iba a aparecer el sol. Cuando aparece el sol, toda la humanidad se quema, y los pocos que sobreviven son llamados “sobras” o chullpa puchu, restos de otra humanidad.

En la historia de los urus, el ser chullpa puchu ha significado un estigma que han cargado toda su vida. Sin embargo, los uru-chipayas rescatan este mito de origen que reproduce en la conciencia colectiva una condición de inferioridad, impuesta como parte de la dominación aimara, pero que la portan con orgullo. Ellos dicen: “Somos chullpa puchu, porque somos una cultura de antes de la aparición del sol”. El tronco uru se ramifica en tres: los chipayas, los iruitus y los muratos. De estas tres etnias, solo los chipayas conservan la identidad cultural.

El investigador Wachtel (2001), en “El regreso de los antepasados. Los indios Uru de Bolivia”, apuesta por reconstruir la dinámica de formación de dicha identidad a lo largo de períodos históricos, incluso míticos. Este ensayo regresivo mezcla etnografía e historia, antecediendo lo etnográfico a lo histórico, para plantear la problemática y proyectarla del presente al pasado, desde la combinación de ambas disciplinas. En la actualidad, es la cultura viva más antigua de América, con una antigüedad de 2.000 a 1.500 años antes de Cristo.

El contacto de los urus con los aimaras y quechuas ha producido una serie de confusiones tanto del idioma como de las costumbres y mitos. Los chipayas hablan el urukilla, otros investigadores señalan que es el pukina. Lo cierto es que la mayoría de los uru-chipayas hablan cuatro lenguas: pukina, aimara, quechua y español. En esta secuencia, nos podemos dar cuenta de que los grupos que han sometido a los urus no han sido pocos, y de que seguramente el sistema colonial y la República han generado otra dimensión de relación. Decían de ellos que eran salvajes e inferiores por naturaleza.

La mitología uru es el reflejo del ecosistema en el que viven. Wari (principio masculino) habita en el Uracharku o territorio del fuego, y Q’owak (principio femenino) habita en el Warsicharku o señorío del agua. Los uru-chipayas se llaman a sí mismos hombres de agua o jashoni. Según el Censo 2012, los chipayas son 786 y los muratos 143. Los iruitus definitivamente fueron aculturizados por los aimaras. Ahora, Sebastiana vuelve otra vez y nos enseña sobre su cultura, principalmente cómo hasta el día de hoy. Los chipayas mantienen su cultura, a pesar de todos los sucesos del tiempo prehispánico y de la República. Gracias Sebastiana por estar presente, seguir luchando, dar lecciones de vida y sostener, en los confines del tiempo, la identidad cultural.