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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Releyendo a Melville en Chile

Releyendo a Melville en Chile
Hace 160 años, el primero de abril de 1857, Herman Melville, el creador de “Moby Dick”, publicó una novela, “El Estafador” (“The Confidence Man”) que, en esa época, pasó sin pena ni gloria. Una alegoría sobre la capacidad infinita de los seres humanos de ser engañados por farsantes y simuladores conocidos como Confidence Men, hombres que nos hacen confiar en ellos para aprovecharse de nuestra buena fe. La obra transcurre precisamente el primer día de abril de ese año, coincidiendo así con April Fool’s Day en Estados Unidos, el Día de los Inocentes desde tiempos inmemoriales, el día en que a uno lo hacen tonto con todo tipo de jugarretas y picardías. Y, en efecto, el libro es la historia de un pícaro que asume muchas identidades a bordo de un barco que surca el Mississippi, embaucando a cuanto pasajero se encuentra a bordo.

En mis años mozos, en Santiago había leído yo ese texto, cuando formaba parte de una extensa biblioteca que mi mujer y yo habíamos acumulado, en desmedro de necesidades domésticas más urgentes, una colección que, por cierto, tuvimos que abandonar cuando nos exiliamos del país después del golpe militar de 1973. Aunque se perdieron muchos tomos, todavía el grueso de la biblioteca nos espera cada vez que retornamos a un Chile ya democrático. Y durante una reciente larga estadía, me puse a releer esa novela, presumiendo que “The Confidence Man” podría hacer más comprensible el ascenso de Trump a la presidencia en base a mentiras y promesas fraudulentas. Y, por cierto, me asombró cómo Melville pudo anticipar, una por una, cada una de las falacias y artimañas, los trucos retóricos y estrategias rapaces, que desplegó Donald Trump en su campaña presidencial.

Lo que no pudo, sin embargo, pronosticar Melville era la posibilidad insólita de que los embelecos y seducciones del Confidence Man le permitiesen algún día tomar el mando del barco en que navegaba, volverse el hombre más poderoso del mundo. En efecto, ¿qué pasa si el estafador se convierte en el insano, ególatra y apocalíptico Capitán Ahab que, consumido por su odio hacia la Ballena Blanca, termina sumiendo a su tripulación y su nave en un abismo insondable? ¿En ese caso, qué hacemos los desafortunados pasajeros?

Descubrí que Melville tenía una respuesta a estas interrogantes. En tres novelas cortas suyas encontré diversos modelos de cómo se puede resistir las arremetidas de alguien como Trump.

Empecé con “Bartleby, El Escriba”, donde el protagonista replica, una y otra vez, con las palabras emblemáticas, “Preferiría no hacerlo”, cada vez que su patrón, un abogado de Wall Street, le solicita que realice tareas típicas de cualquier empleado. Esta obstinada negativa a cooperar con el sistema dominante es tan extrema que Bartleby no solo queda cesante y sin hogar, sino que muere de hambre en una prisión para deudores.

La protesta pasiva de ese personaje enigmático, que Melville concibió como un manifiesto contra la literatura comercial de su época, puede servirnos, en la era de Trump, como un posible grito de guerra, un llamado a una rebelión pacífica y a la vez pujante contra el abuso del poder. Basta con imaginarse que las ciudades e iglesias desde San Francisco hasta Nueva York, cuando se les exige que no ofrezcan amparo a los migrantes indocumentados, anuncien que “preferirían no hacerlo”. Y esa misma frase puede ser bandera de lucha de activistas indígenas enfrentados a la violación de sus tierras tribales, de profesores y alumnos ante el asalto a la educación pública, de empleados gubernamentales a los que se les pide que traicionen la Constitución (...).

(Tomado de www.pagina12.com.ar)