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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Llegada y partida de nuestros artistas

Llegada y partida de nuestros artistas
Hoy la ciudadanía local tiene la oportunidad de presenciar dos grandes espectáculos de dos igualmente grandes exponentes de la música nacional. Por un lado, y como ya lo apuntábamos hace semanas, el cantautor paceño Manuel Monroy Chazarreta, mejor conocido como El Papirri, dará el último concierto de su gira de retorno, a las 19:30 horas en el teatro Achá. Dos horas más tarde, la banda de rock Atajo, también de la ciudad Sede de Gobierno, actúa en La Troje, cerrando sus recitales de despedida.

El Papirri regresa a Bolivia tras haber trabajado ocho años como agregado cultural de la Embajada nacional en Ecuador, donde promovió diversas actividades que difundieron y promocionaron nuestras expresiones. Luego de una exitosa presentación en La Paz, estará acompañado en la Llajta por artistas como Manu y Ramón Rocha, Marcelo Arias, Estela Rivera, Analía Abat y Hugo Laguna, entre muchos otros.

“El repertorio es similar al de La Paz; los intérpretes son los que le dan su propia llajua y personalidad. Presentaremos un nuevo DVD. Encontré en estos meses de traslado, en un cajón, un video en formato antiguo, DVCam, que decía ‘Concierto Papirri en vivo 2005’. Mi amigo el artista del audiovisual Carlos Fiengo lo digitalizó y editó. Es todo un documento. Vernos a Danilo Rojas, Álvaro Montenegro, Donato, Carlos Ponce y al Papirri tan jóvenes conmueve”, dijo Monroy en nuestro suplemento Ramona, el domingo pasado.

El cantautor paceño, sintetizó La Razón, se inició a los siete años en el conjunto guitarras que dirigía su madre, la concertista Anita Chazarreta (hija del folclorista argentino Andrés Chazarreta). Su padre fue el político Germán Monroy Block. Egresó de Composición Musical del Conservatorio Nacional de Música de Bolivia. Fue director de Cultura, director del Teatro Municipal de La Paz, Oficial Mayor de Cultura y conductor del programa de Tv Qué tal metal. Publicó dos libros: “Crónicas del Papirri” y “Tabla de salvación”. Dio conciertos en varios países y en toda Bolivia. Ha compuesto cerca de 200 canciones y lanzó más de diez discos.

Por su lado, Atajo deja los escenarios tras 20 años de trayectoria. Con nueve discos grabados, el último presentado el pasado año (“Quita penas”), la banda, que ha logrado consolidarse a partir de su creativa propuesta musical de fusión y con un profundo contenido social, decidió hacer un alto con su gira “Atajo Ch’akatau”. La Troje despedirá a este referente del rock boliviano, que ha tenido como influencias musicales al reggae, blues, saya afroboliviana, ska, huayño y morenada, entre otras. Los integrantes que se despiden son Panchi Maldonado (voz y guitarra), Gonzalo Molina (bajo y coros), Édgar Arené (batería), Camila Torrico (coros), Facundo Cau (teclado) y Diego Fernández (guitarra).

Ahora bien, más allá de tener la grata oportunidad de poder asistir a dos atractivos shows que marcan un antes y un después en nuestra música, como sociedad tendríamos también que reflexionar sobre qué es lo que estamos haciendo por los cultores de este arte. Este sector ha sido uno de los más afectados por el uso de las nuevas tecnologías, que han potenciado la piratería hasta casi hacer desaparecer el mercado discográfico legal. De ese modo, el panorama se ha invertido: si antes las productoras pagaban a los músicos por grabar, ahora en la mayor parte de los casos es al revés. Por ello, los artistas viven casi exclusivamente de sus conciertos y, de persistir en la música, a lo sumo hallan en la docencia otra fuente de ingresos.

Desde el Estado en todos sus niveles, los incentivos son muy menores, con unos cuantos premios nacionales y municipales que sirven de poco, a lo que se suma la carencia de festivales públicos. Y los privados suelen concentrar a intérpretes de escaso talento y mensaje, y solo de obras comerciales. Así, pues, cada concierto, es una oportunidad para que el público retribuya con su apoyo a los músicos, más si estos son de calidad, pues, al paso que van las cosas, es muy probable que a largo plazo este arte se quede en Bolivia sin referentes vivos.