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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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DESDE AFUERA

Argentina: Tierra arrasada

Argentina: Tierra arrasada
El ránking de las palabras más usadas en la marcha federal docente en Argentina fue encabezado por: “gato”, “carnero” y todas las formas derivadas del verbo “caer”. El discurso del Gobierno de Cambiemos, ambivalente y engañador, en onda de máxima zen a pequeño saltamontes, tiene un límite. Cuando se rompe esa cáscara de mentira declarada como absoluta verdad, genera violencia. De los falsos llamados al diálogo, al que a veces ni siquiera asistieron los mismos funcionarios que decían convocarlo, el discurso oficial se volvió agresivo contra los maestros y algunos de sus dirigentes. Se hizo persecutorio y macartista e inclusive el Gobierno bonaerense mandó policías a las escuelas para hacer listas negras. Se llamó a carnerear y se intentó dividirlos. Hicieron una campaña pública para movilizar “voluntarios” no docentes para carnerear y después ofrecieron plata a los maestros para que traicionen a sus compañeros.

El retroceso cultural que ofreció este Gobierno a la sociedad con su actitud hacia la educación pública, hacia los maestros y hacia la comunidad educativa que se nuclea alrededor de la escuela pública, retrasa más de un siglo y medio, y hace polvo hasta el iluminismo liberal sarmientino. Los ministros de Educación, la gobernadora María Eugenia Vidal y hasta el mismo presidente Mauricio Macri han expresado de una u otra manera que descreen de los derechos a la libre agremiación y a la huelga, descreen de la escuela pública y desprecian al docente empleado público, como actor educativo central. En esa secuencia de degradación del discurso, el nivel más bajo ha sido el comienzo de una ofensiva para desprestigiar a la educación pública en general. En el último tramo del conflicto, los funcionarios y los medios oficialistas compitieron para descalificar a la escuela gratuita, exhibiendo los resultados manipulados de la encuesta Aprender. Cuando difundió esos resultados, Macri dijo que los que pueden pagar eligen a las escuelas privadas, y los que no “caen” en las escuelas públicas. Ese argumento es usado para no aumentar el salario de los docentes. Tendría que ser al revés: si algo está mal, hay que mejorarlo con el aporte de más recursos y no sacárselos.

Marcos Peña dijo en el Congreso que los policías ni los médicos tienen paritarias y quedó en el aire que tampoco tienen derecho a huelga, equiparándolos con los maestros. Como si la función de policías y médicos fuera garantizar o, por lo menos, facilitar el principio democrático de igualdad de oportunidades. Esa misión igualadora y democratizante que tiene la educación pública es contraria a la imagen que van desnudando las políticas de la alianza de conservadores radicales y no radicales. A través de esas políticas de pauperización de lo público, la función igualadora de la educación muta en una mecánica de fragmentación: distintos niveles de educación, según el nivel económico de los estamentos sociales que, de esa forma, perderán posibilidades de movilidad ascendente. Abajo de todo, la educación pública, solo para pobres que siempre serán pobres. En esa escala descendente se inserta la frase “caer en una escuela pública”, que en la visión presidencial sería como caer en el fondo del tacho de la sociedad. Y al quitar la paritaria nacional está planteando lo mismo con las provincias: las más pobres tendrán una pobre educación y se profundizará la diferencia con las más ricas.

Según versiones, Macri confesó a algunos de los periodistas oficialistas con los que se reúne, que uno de sus principales errores fue haber consentido el acuerdo paritario docente de 2016 (...).

(Tomado de www.pagina12.com.ar)