BITÁCORA ECONÓMICA
Reformas financieras incompletas
11 de marzo de 2017 (20:01 h.)
La crisis financiera de 2009 desnudó las debilidades de la arquitectura del sistema financiero global, un mercado mundial con una burbuja inmobiliaria que se “pinchó” con desastrosas consecuencias a escala planetaria. Hoy, a nueve años, parece que el tema no se ha resuelto de manera adecuada por las autoridades a cargo.
En el estallido de la crisis, las firmas e inversores en los Estados Unidos se vieron imposibilitados de devolver los préstamos concedidos por los bancos de forma irresponsable. Y, como el seguro de depósito bancario cubría solo hasta 100.000 dólares, las empresas que estaban sobreendeudadas se encontraban en una situación de pánico.
Los esfuerzos se han multiplicado para lograr que el sistema financiero mundial sea más seguro. Un objetivo clave es asegurar que los prestamistas pagarán sus deudas con hipotecas más líquidas, de modo que se disminuya su disposición a salir corriendo a la primera señal de problemas. Parece probable que este objetivo se puede lograr si uno o dos bancos fallan. Pero, si en un evento financiero la falla se esparce por toda la economía, provoca el colapso simultáneo en varias empresas financieras.
El senador estadounidense Jack Reed ha presentado en diciembre pasado un proyecto de ley que requiere que los reguladores examinen más detenidamente cómo las reglas de reestructuración podrían desestabilizar el sistema financiero, y ello es un paso positivo. El Congreso de Estados Unidos debería revertir su promoción a la propiedad de la vivienda basada en hipotecas fáciles de adquirir y para las entidades hipotecarias fáciles de vender.
Las actuales reformas no mitigan adecuadamente este riesgo, en gran parte porque dependen de las autoridades y los bancos para completar el proceso de pago complejo y no probado en las primeras 48 horas de colapso del banco. Esto sería muy difícil de lograr si son varios bancos que fallaran simultáneamente.
Nadie duda de que la crisis financiera global que se desencadenó en 2008 trajo lecciones importantes sobre la fragilidad del sistema financiero, y ello se reflejó en el colapso del mercado inmobiliario. Por desgracia, las autoridades aún no han aplicado medidas reales para mitigar estos riesgos, y puede ser que nuevamente se estén incubando burbujas financieras con consecuencias nefastas para el bienestar de la economía mundial.
En el estallido de la crisis, las firmas e inversores en los Estados Unidos se vieron imposibilitados de devolver los préstamos concedidos por los bancos de forma irresponsable. Y, como el seguro de depósito bancario cubría solo hasta 100.000 dólares, las empresas que estaban sobreendeudadas se encontraban en una situación de pánico.
Los esfuerzos se han multiplicado para lograr que el sistema financiero mundial sea más seguro. Un objetivo clave es asegurar que los prestamistas pagarán sus deudas con hipotecas más líquidas, de modo que se disminuya su disposición a salir corriendo a la primera señal de problemas. Parece probable que este objetivo se puede lograr si uno o dos bancos fallan. Pero, si en un evento financiero la falla se esparce por toda la economía, provoca el colapso simultáneo en varias empresas financieras.
El senador estadounidense Jack Reed ha presentado en diciembre pasado un proyecto de ley que requiere que los reguladores examinen más detenidamente cómo las reglas de reestructuración podrían desestabilizar el sistema financiero, y ello es un paso positivo. El Congreso de Estados Unidos debería revertir su promoción a la propiedad de la vivienda basada en hipotecas fáciles de adquirir y para las entidades hipotecarias fáciles de vender.
Las actuales reformas no mitigan adecuadamente este riesgo, en gran parte porque dependen de las autoridades y los bancos para completar el proceso de pago complejo y no probado en las primeras 48 horas de colapso del banco. Esto sería muy difícil de lograr si son varios bancos que fallaran simultáneamente.
Nadie duda de que la crisis financiera global que se desencadenó en 2008 trajo lecciones importantes sobre la fragilidad del sistema financiero, y ello se reflejó en el colapso del mercado inmobiliario. Por desgracia, las autoridades aún no han aplicado medidas reales para mitigar estos riesgos, y puede ser que nuevamente se estén incubando burbujas financieras con consecuencias nefastas para el bienestar de la economía mundial.