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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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El torpe ninguneo chileno

El torpe ninguneo chileno
Las agencias internacionales de noticias informaron estos días de otra torpeza más de la antes tan mesurada y ahora tan accidentada diplomacia chilena, sobre todo en cuanto a la reivindicación marítima nacional. El Gobierno del vecino país calificó el miércoles de "marginal, de un grupo irrelevante" el apoyo de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA-TCP) a la demanda boliviana para un acceso soberano al Pacífico, que enfrenta a ambos países en la Corte de La Haya.

Se trata de "una declaración marginal de un organismo irrelevante", sostuvo el ministro de Relaciones de Chile, Heraldo Muñoz, a los periodistas, tras una reunión con el consejo de excancilleres en la que se trató el asunto. Después de recordar que Chile no es integrante de esa Alianza ni miembro observador, Muñoz indicó que "esas declaraciones se vienen haciendo desde 2013, no es ninguna novedad".

En una reciente cumbre celebrada por la Alianza Bolivariana en Venezuela, el organismo respaldó "el justo e histórico reclamo del Estado Plurinacional de Bolivia, sobre su derecho a una salida al mar con soberanía". En una declaración, reiteró además "el llamado hecho en febrero de 2013 a los gobernantes y pueblos de Chile y Bolivia, para que de forma pacífica y a través del diálogo y la negociación, se encuentre una solución satisfactoria".

El Gobierno de Santiago, en respuesta, manifestó su extrañeza por la declaración y señaló que hay países de ese bloque que también tienen causas en la Corte de La Haya, sobre las cuales Chile no ha opinado.

Recordemos que la Alianza Bolivariana está integrada por Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Nicaragua, Granada, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, San Cristóbal y Nieves y Venezuela. El organismo internacional, creado en 2004, fue gestado por el extinto expresidente venezolano Hugo Chávez, con el principal objetivo de lograr la integración de los países de la región, en el marco también del sueño de unidad del Libertador Simón Bolívar. “La Alianza Bolivariana no solo es una urgencia histórica, sino la vía inexorable para hacerle frente a la crisis estructural del capitalismo y, por eso mismo, el instrumento unitario de mayor voluntad política a la hora de actuar en función de la impostergable unidad de nuestra América”, dijo Chávez.

Unidad latinoamericana es un concepto que ciertamente el vecino país se ha rehusado a entender desde la sangrienta dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) que derrocó al Gobierno izquierdista e internacionalista de Salvador Allende. En la memoria de Latinoamérica quedan el apoyo chileno a Inglaterra en la Guerra de las Malvinas (1983); el constante respaldo trasandino a Estados Unidos en cuanto a sus políticas internacionales (lo que le ganó el calificativo de “Israel sudamericano”); y, aun en democracia, el perenne rechazo a la justa demanda boliviana de salida al Pacífico, además de la dura represión contra sus propios indígenas mapuches, para no hablar de su adhesión plena a medidas económicas neoliberales.

Así las cosas, es pues perfectamente entendible el ninguneo chileno a la ALBA, una entidad contrapuesta al modo de ser del Gobierno trasandino —que no a su pueblo, cada vez más descontento con los poderosos—. Lo que molesta, sin embargo, es el tono prepotente y excluyente de quien sigue rechazando la más civilizada forma de arreglar conflictos: el diálogo.

Frente a esta actitud, al Ejecutivo nacional no le queda de otra que persistir en los caminos que ha elegido: presentar los mejores argumentos posibles ante la Corte de La Haya y buscar respaldo en cuanto foro internacional sea posible, así sea que los vecinos lo consideren “marginal” o “irrelevante”.