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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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MIS CIRCUNSTANCIAS

Nostalgia del fútbol romántico

Nostalgia del fútbol romántico
Después del partido 100 de Wilstermann en la Copa Libertadores de América frente a Peñarol, imposible no evocar con nostalgia los años dorados de las décadas de los 60, 70 y 80, cuando veíamos fútbol - espectáculo.

Verbigracia, el equipo de 1973 ganó a San Lorenzo, River Plate y Oriente Petrolero, todos ellos con jugadores de gran nivel. Inclusive, logró empatar en Argentina contra el equipo de la banda roja.

José Issa, apodado “Araña negra” por el color de su indumentaria, era el arquero - espectáculo. Literalmente volaba de palo a palo, atajando balones imposibles. Jaime Olivera y Limbert Cabrera Busset eran los laterales que no solo marcaban a habilidosos punteros de entonces, sino que también se proyectaban ofensivamente. Hugo Pérez y Juan José Ponce eran los zagueros impasables; no solo eran defensores, sino que iniciaban las acciones ofensivas con elegancia. El chileno Víctor Hugo Bravo era el 6, Freddy Vargas el 8; ambos sensacionales en su desempeño, los mejores en su momento. Los punteros Juan Carlos Sánchez (7) y Abel Gangas (11) eran la pesadilla de los marcadores, con su propio estilo de juego. Comandando el ataque estaban Milton Teodoro Joana, que vestía la casaca 10, y el gran capitán Limberg Cabrera Rivero, con la 9 en la espalda.

Los suplentes no eran menos que los titulares, tanto así que Wilstermann es el único que se dio el lujo de llenar el estadio en un partido amistoso entre sus equipos azul y blanco.

Todos cumplían con su rol a cabalidad. Los defensores eran defensores, los medio campistas eran eso y los delanteros hacían goles, pero todo en juego de conjunto.

En la década del fútbol total, popularizado por la selección holandesa o “Naranja Mecánica”, los estadios se llenaban, principalmente en Cochabamba, comenzando por el torneo relámpago en el que actuaban los ocho equipos de primera división.

La contundente victoria de Wilstermann 6-2 sobre Peñarol, en brillante jornada, hace pensar que el equipo debe volver a ser invencible en su reducto.

Es cierto que los tiempos cambian. Lo que no se negocia son los sentimientos, y el que inspira a los seguidores del Aviador es fuerte e inclaudicable, algo que deben comprender técnicos y jugadores que visten la casaca roja, esforzándose al máximo, individual y colectivamente.

¡La vida es mejor para muchos cuando Wilstermann gana!