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  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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El fútbol, el más lindo de los deportes

El fútbol, el más lindo de los deportes
Quienes acostumbran seguir los partidos de fútbol por radio comparten el mismo sobrecogimiento cuando se inicia la emisión de Panamericana. La misma comienza con un emotivo poema al balompié, que ciertamente define mucho de su esencia: “(...) La tragedia de un corner, la comedia de un foul,/ el nacimiento eterno de los ídolos y la perenne caída de los dioses./ La inexplicable valentía del cobarde./ El momento en que tiembla el maldito valiente./ El terreno sin dueño/ donde los desgastados pueden volverse dioses./ Es la lucha del hombre contra la destrucción./ La angustia de bolea, la vida de taquito, morir de sobrepique (...)”.

Así pues, es el fútbol el más popular de los deportes. A diferencia de otras disciplinas, no priman tanto las inversiones, la condición física y la preparación, como la entrega, la habilidad y hasta el coraje. Todo ello hace del “deporte rey” absolutamente imprevisible y digno de seguirse hasta el momento mismo en el que el árbitro decreta el final de cada encuentro. Jugadores cortos de estatura que se imponen ante sus pares enormes, partidos en los que el más débil termina humillando al, en los papeles, más fuerte; jugadas de extraordinaria garra que culminan bajo las redes hacen del fútbol una experiencia maravillosa.

Y mucho de esa maravilla experimentaron quienes siguieron el reciente encuentro entre Wilstermann y Peñarol (Uruguay) por la Copa Libertadores de América. El torneo de clubes más importante de este lado del mundo fue precisamente inaugurado por un juego de estos mismos equipos, el 19 de abril de 1960, ganando el conjunto de Montevideo por 7 a 1 al cuadro nacional. Eran así muchos los condimentos históricos del encuentro del martes, en el que, por otro lado, el Aviador disputaba su partido número 100 en el campeonato internacional.

El crédito local llegaba al partido muy golpeado y criticado, con una paupérrima actuación en la Liga, un técnico casi en la cuerda floja y supuestamente sin las todas debidas contrataciones para enfrentar a un grande del fútbol planetario. De ese modo, ni el más optimista de los cochabambinos imaginó el desenlace, la abultada victoria del Hércules por 6 tantos contra 2, con lo que la revancha estuvo sellada y fue más histórica aún. Aunque el encuentro no fue definitivo ni se logró otra cosa que tres puntos de local, la victoria desató, con razón, el delirio del pueblo Rojo.

“Es el triunfo de la humildad. Estoy orgulloso de mis jugadores porque son profesionales”, dijo el emocionado director técnico Roberto Mosquera. “Este triunfo es el mérito de todo el equipo. Hoy gracias a Dios ganamos”, sostuvo por su parte el goleador Thomaz Santos. Humildad, profesionalismo y trabajo en equipo son palabras clave para, tras el festejo por la hazaña, continuar una labor que apunte a ser mucho más regular.

Y es que Wilstermann y el fútbol boliviano en general nos tienen acostumbrados a vertiginosas idas y venidas, y no a procesos que rindan fruto a largo plazo. A más de eso, sin embargo, no se puede dejar de festejar una inesperada goleada que reconfirma lo excepcional del balompié, un día antes de otra épica actuación, la del Barcelona (España) que, contra todo pronóstico, en la Champions League remontó este miércoles un resultado adverso (4-0) frente al PSG (Francia). En una exhibición de fútbol de calidad y control casi total, también con mucho sacrificio y pundonor deportivo, el equipo catalán logró otro resultado histórico al ganar por 6-1, dándonos así otro motivo más para celebrar el más lindo de los deportes.