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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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¡El Papa se sumó a la lucha!

¡El Papa se sumó a la lucha!
Las cifras son devastadoras. Cada año, se extinguen unas 15.000 especies de seres vivos, cifra significativa ante el hecho de que se han catalogado tan solo 1.6 millones de un total estimado de 8.7 millones de especies que habitan nuestro planeta. Es decir, mucho de lo que se pierde es aún desconocido para el hombre. En lo desconocido, podría estar la cura para el cáncer, la solución para la hambruna en el África, etc. Asumiendo una velocidad de extinción constante, cada década se pierde el 10 por ciento de las especies catalogadas y el 2 por ciento de todas las especies hoy en existencia. Pero las pérdidas no son constantes, más bien se han acelerado en los últimos años debido a las actividades humanas que derivan en procesos devastadores como el cambio climático (CC).

El CC destruye especies, sus hábitats y ecosistemas, así como también culturas a nivel mundial. El problema de la extinción es tan grave, que el mismo papa Francisco convocó recientemente al Taller sobre Extinción Biológica, llevado a cabo del 27 de febrero al 1 de marzo pasados en el Vaticano, en un esfuerzo colosal por detener y hasta intentar revertir los efectos de este flagelo. Según el Reporte 2016 Living Planet, desde los años 70 del siglo pasado, el mundo ya ha perdido la mitad de sus animales (en términos de individuos), y se estima que para el 2020 se haya perdido el 65 por ciento . Como la actitud papal lo demuestra, este es un problema mayúsculo ante el cual ya no podemos permanecer impasibles.

En países como Bolivia, con altas tasas de degradación del medio ambiente por procesos que se suman al del CC (contaminación, deforestación, erosión, caza y pesca furtiva, uso de transgénicos, etc.) y con una ciencia e investigación poco desarrolladas, el problema es mucho más grave, especialmente tomando en cuenta que el país figura entre los 15 con mayor diversidad biológica a nivel mundial. En nuestro territorio, el grado de intervención de los ecosistemas es tal, que estamos considerados dentro de los 10 países con mayor deforestación en el mundo, y definitivamente somos uno de los países con menor calidad de agua, suelos y aire en la región entera. Un ejemplo claro de intervención es la construcción de represas. No solo la misma zona que alberga la represa es afectada, sino también la fauna, flora y microbios de cientos de kilómetros a la redonda. Y no solo eso, las represas contribuyen a la formación de sustancias tóxicas (metilmercurio), gases de efecto invernadero (metano) y a la extinción de peces que encuentran en las represas barreras infranqueables a sus patrones de migración, necesarios para su reproducción y el mantenimiento de sus poblaciones. Las repercusiones de las represas para grupos indígenas son por demás conocidas e incluyen relocalización, erosión cultural, degradación de la salud, pobreza e incluso asesinatos de líderes.

Estamos, pues, frente a una nueva extinción masiva de vida en nuestro planeta, la sexta para ser más precisos, pero, a diferencia de las catástrofes naturales que causaron las anteriores, la presente es nuestra exclusiva responsabilidad. Como tantos otros líderes, el Papa nos ofrece un camino distinto y podemos elegirlo en nombre de nuestros hijos, nuestro entorno y la naturaleza misma. ¿Cree usted que vale la pena?