Con diversas actividades en Bolivia y otros países del mundo, mañana se celebrará el Día Internacional de la Mujer. La conmemoración, señala un documento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se refiere a las mujeres corrientes como artífices de la historia y hunde sus raíces en la lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre.

En la antigua Grecia, Lisístrata empezó una huelga sexual contra los hombres para poner fin a la guerra; en la Revolución Francesa, las parisienses que pedían “libertad, igualdad y fraternidad” marcharon hacia Versalles para exigir el sufragio femenino. La idea de un Día Internacional de la Mujer surgió al final del siglo XIX, que fue, en el mundo industrializado, un período de expansión y turbulencia, crecimiento fulgurante de la población e ideologías radicales.

Sin duda, la jornada debe servir muy especialmente para la reflexión de los varones, principales responsables del orden patriarcal que es violento, desigual y excluyente. No obstante, pensamos que son las propias mujeres las que, asimismo, tienen mucho que pensar en su día.

El domingo pasado, OPINIÓN publicó un Informe Especial sobre el machismo, que revela que son las féminas quienes de igual modo coadyuvan a perpetuar este mal social. En el material periodístico, la directora de Género, Generacional y Familia de la Alcaldía de Cochabamba, Andrea García, sostuvo que el patriarcado opera en todos los ámbitos, no solo en el hogar, sino también en los espacios públicos, y se transmite de generación en generación. A decir de la funcionaria, se ha generado un proceso de educación no formal, que está presente en todos los ámbitos y espacios, y que se utiliza para transmitir todas las conductas machistas y patriarcales.

La coordinadora de la Oficina Jurídica para la Mujer, Esther Otero, coincidió con García, y puntualizó que la mujer es también machista “porque al final el patriarcado nos educa de la misma manera, seamos hombres o mujeres”. Otero afirmó que algunas mujeres siguen transmitiendo, sin cuestionarse, los roles tradicionales que aprendieron desde niñas, en sentido de que ellas tienen que quedarse al cuidado de los hijos y del hogar y los hombres deben salir a realizar un trabajo remunerado. “Por este y otros motivos se dice que hay mujeres más machistas que los propios hombres y evidentemente es verdad, pero eso viene justamente por la educación que reciben”.

Este mismo criterio tiene la pedagoga Cecilia Cossío Romero, quien asegura que las mujeres son también machistas porque han sido educadas en una sociedad patriarcal. “Una mujer ha visto a su padre golpeando a su madre, a su progenitor diciéndoles a sus hermanos que los hombres son machos. Y esto es reforzado por la mujer que afirma que una niña puede llorar, pero un niño, no”.

Son pues estos aspectos de la vida cotidiana en torno a los cuales deberían girar las reflexiones de hoy, comenzando por las madres que dan un trato preferencial a sus hijos varones y terminando en las adolescentes que siguen moldes impuestos por la sociedad.

Y el análisis debe también llegar a las relaciones de trabajo. “Las mujeres en un mundo laboral en transformación: hacia un planeta 50-50 en 2030” es el tema propuesto por la ONU para este año. “El mundo laboral está en transformación, con implicaciones significativas para las mujeres”. Llegar a un empoderamiento femenino es también una tarea para las mujeres que trabajan, quienes en muchas ocasiones son las primeras en discriminar o excluir a sus propias colegas.

El mundo podrá ser transformado solo con el concurso de todos.