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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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PARALAJES

Confusión de la era Trump

Confusión de la era Trump
Lo impensable ocurrió. Donald Trump es presidente de los EEUU. Contradictorio, impredecible, narcisista, carismático, odioso. El demagogo de Twitter. Es difícil calibrar quién es en realidad Trump: neo-fascista, empresario, paladín de los trabajadores de “cuello azul”, bufón, playboy, anti-político, histriónico, hombre de sentido común, delirante. Cabría mejor en Las Vegas, pero ahora se las da de defensor de la cristiandad, y consiguió un importante voto de los evangélicos. Se ha querido ver en él a un nuevo Hitler, pero seguramente Trump sea más bien una suerte de Berlusconi estadounidense que un dictador clásico. “Billonario” y nacido en cuna de oro, plutócrata despreciado por la élite de su país, que en su discurso inaugural ha invocado a los olvidados, a los relegados por el sistema. Trump ha sabido manipular su imagen y a los media a su favor. Acusa a los media de ser un frente de oposición. Todo el establishment mediático se opuso a él desde un inicio. Como para dejar a todos desconcertados, Trump declaró que confiaba más en Assange (el fundador de Wikileaks) que en los medios o la CIA. También están los elogios mutuos intercambiados entre Trump y Vladimir Putin. Peor aún, las acusaciones de que la guerra cibernética rusa puede haber contribuido a su triunfo sobre Hillary. ¿Querría Putin restablecer buenas relaciones con Washington, haciéndose parte de un nuevo orden internacional en el que Rusia no esté marginada?, o es que su intención es acelerar la destrucción del imperio norteamericano.

Con tanta cosa, Trump también ha sido muy resistido por el mismo Partido Republicano, y todavía enfrentará una dura oposición en el Congreso. Como con ningún Presidente electo en la historia de su país, se habló de su destitución política antes de ocupar el cargo. También hubo rumores de atentados en su contra, y hasta llamados explícitos a asesinarlo.

Se esperaba que, después de ganar, Trump iba a moderar su retórica encendida, esa que le ha valido odio en el mundo y en su país, como la aprobación exaltada de sus fans. En vez de esto, ha seguido hablándoles, como si la campaña electoral siguiera en pie. Ha querido mostrar que, a diferencia de los políticos, él sí cumple con sus promesas, con un número récord de decretos apenas en su primera semana.

En fin, Trump ha traído consigo varias situaciones inéditas, de ahí la histeria mediática. Zizek, no perdiéndose la oportunidad de hacer observaciones no habituales, contraintuitivas, ha manifestado que el caos que Trump ha traído a la política es una gran oportunidad para la izquierda. No se puede ser tan optimista, pero sin duda puede ocurrir un realineamiento de fuerzas. En todo caso, algo que ha pasado desapercibido en medio de todo el pánico es la remarcable fortaleza de las instituciones gringas. El decreto “vetando” la entrada de ciudadanos de siete países con mayoría musulmana fue detenido por jueces, y suspendido indefinidamente por un juez federal. Habrá que esperar el veredicto de la Corte Suprema. Casi todos los municipios de las llamadas “ciudades santuario” han decidido no colaborar con las políticas del Gobierno federal. Muchas batallas importantes se librarán en los tribunales. No sabemos si Trump será finalmente domesticado o si, por el contrario, su administración llegará a moldear de modo significativo al sistema político. Es dudoso que devenga dictador. La independencia de poderes sigue con pleno vigor. No es poco.