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Contraataque de langostas

Contraataque de langostas
Siempre que pensamos en langostas, nos imaginamos un nubarrón de bichos malévolos enviados de las profundidades infernales que, por viles y perversos caprichos de la naturaleza, arremeten contra la producción y atentan contra la alimentación de nosotros, pobres humanos víctimas. Por lo tanto, hay que acabarlas al más puro estilo “Terminator”. Pero, la verdad de las cosas es un tanto diferente: ni tan villanas ni tan víctimas.

Las langostas son saltamontes, especies nativas locales que, en un ciclo de vida regular, suelen ser seres solitarios que se asocian con fines reproductivos, solo entonces se las considera “langostas”. Es decir, pasan a conformar enjambres. Este cambio es poco frecuente y transitorio. Sin embargo, implica drásticos efectos en la producción agrícola y, por ende, en la economía social, además de efectos ecológicos.

Vamos a analizar las posibles causas de este brote. Por un lado, el problema se inició en el Yateirenda, comunidad del municipio de Cabezas, ubicado al noroeste de la provincia Cordillera de Santa Cruz, cuya producción era usualmente de subsistencia. En los últimos años, se ha impulsado el desarrollo de sistemas extensivos de producción a partir de mejoras tecnológicas y ampliación de la frontera agrícola. No es extraño que toda la región oeste de este departamento sea la que registra más incendios forestales, chaqueños y deforestación en el país. ¿Por qué es importante este antecedente? Los equilibrios ecológicos son sumamente frágiles: el balance de la competencia presa-depredador y el impacto de las condiciones ambientales son un factor detonante en el potencial biológico y la resistencia ambiental; el primero, posibilitando la explosión demográfica; y el segundo, reduciendo drásticamente la misma. La deforestación y el chaqueo disminuyen especies que suelen ser controladores naturales de las langostas, consumiendo los huevos o ninfas. Al disminuir el depredador, se da oportunidad al potencial biológico de la presa.

Veamos otra probable causa. Los fenómenos meteorológicos extremos, incluyendo las lluvias torrenciales, tienen el potencial de desencadenar un aumento masivo en el número de langostas. Por su parte, las temperaturas determinan la velocidad de desarrollo de los insectos: si son más cálidas pueden acortar los períodos de incubación y maduración y hacer que aumenten las generaciones de langostas en un año. De acuerdo con estudios de la FAO, las lluvias son el principal factor detonante. Hoy en día, el cambio climático está llevando cada vez más a fenómenos meteorológicos impredecibles y extremos, y plantea nuevos retos sobre la forma de combatir a las langostas, mientras que el número de langostas disminuye durante las sequías. A menudo se producen brotes de langosta tras las inundaciones y, si no se controlan, estos brotes pueden conducir a plagas.

Sin lugar a dudas, la solución no es fácil, tal como indicaba la FAO, ya en 2015, la prevención, principalmente a través de la alerta y reacción temprana, es clave para reducir el impacto de la langosta en las zonas agrícolas. Como indica la Sociedad Boliviana de Entomología, hay mucho que investigar. Estoy plenamente de acuerdo en que debemos desarrollar nuestros propios modelos bioclimáticos para predecir los lugares que potencialmente darían origen a nuevos brotes.