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  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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DIDASCALIA

(Meta)física popular

(Meta)física popular
El Papirri, con su característico humor, nos ha hecho notar algunas frases que él mismo califica como complejas, dialécticas y contrapuestas, en las distintas versiones de su famosa canción “Metafísica popular”. Frases como “Siempre viene a veces”, “Qué burro tu perro” y “El cadáver responde al nombre de Wálter” nos han hecho reír y a la vez reflexionar sobre cómo nos expresamos.

El título es muy original y además súper atinado. Etimológicamente, la metafísica significa aquello que está más allá de lo físico, aquello que es abstracto, la idea que da vida al cuerpo. Sin embargo, en nuestro país también existe una física popular. Me refiero a lo que los bolivianos hacemos cotidianamente y que todavía no está expresado de manera teórica.

Los bolivianos, por ejemplo, nos colamos cuando hay que hacer fila; decimos por teléfono que ya estamos llegando cuando apenas hemos salido de la casa; pedimos que nos esperen dos minutos cuando en realidad sabemos que vamos a tardar media hora; llegamos tarde a nuestros compromisos; hacemos trampa cuando se puede; serruchamos el piso a quien tiene un cargo que nos interesa; si somos funcionarios públicos, pedimos a la gente que vuelva mañana cuando sabemos que hoy podríamos solucionar su trámite; pedimos coima e incluso extorsionamos; nos pasamos los semáforos en rojo; preferimos tener un negocio trucho para no pagar impuestos; giramos a la izquierda cuando vemos un letrero más grande que nuestro auto que lo prohíbe; le metemos nomás y luego que arreglen los abogados.

En seguida, pedimos respeto; nos quejamos de las nuevas generaciones que no tienen ley; exigimos que las autoridades sean honestas y no entendemos por qué nuestro país no está como Suiza.

Detrás de todos estos comportamientos existe, sedimentada, bien asentada, un tipo de moral, es decir una idea de lo que está bien y lo que está mal. Sí, la moral se convierte en un habitus, como diría Bourdieu, más que por los discursos, por las formas de actuar aceptadas, aprobadas y aplaudidas por la sociedad. Entonces pensamos que somos muy inteligentes y estamos obrando bien cuando rompemos con la norma sin que nadie se dé cuenta; creemos que somos hábiles cuando le sacamos dinero a un incauto tramitador o cuando no damos factura en nuestro negocio millonario; y somos unos tontos cuando seguimos los procedimientos y conseguimos nuestra roseta después de haber hecho todo el trámite y de haber cumplido los caprichos del oficial que revisó nuestra movilidad; somos estúpidos cuando esperamos que el semáforo cambie a verde para comenzar a avanzar; cuando sopesamos las consecuencias antes de meterle nomás.

Esta es la llamada “viveza criolla”, una moral al revés. Es esta la física popular de nuestro país que, en vez de hacerme reír como la metafísica del Papirri, me cuestiona acerca la sociedad en la que tienen que vivir mis hijos, porque ellos ya están aprendiendo en la escuela que la norma no es el respeto, sino el miedo al castigo; que se premia al flojo dándole más oportunidades porque a lo largo del año no ha hecho nada; que el que se aprovecha del otro es más reconocido por la sociedad. ¿Esta es la moral que les queremos heredar a nuestros niños? ¿Podremos siquiera iniciar un cambio? Procuremos dejar una buena herencia con nuestra vida de cada día. Rompamos esa maldita física popular y transformémosla en una metafísica respetuosa, solidaria y espiritual.