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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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El miedo, la primera victoria de Trump

El miedo, la primera victoria de Trump
En un texto denominado “El fascismo eterno”, el pensador italiano Umberto Eco señaló los rasgos comunes de los regímenes totalitarios. Uno de ellos es el “miedo a la diferencia”, que es promovido desde el poder para excluir a todo aquel que vaya en contra de la retórica monolítica de los gobernantes.

No son ya novedad los argumentos racistas y xenófobos que desde el inicio de su campaña política esgrimió el ahora presidente de Estados Unidos, el republicano Donald Trump. Lo que sí es, sin embargo, novedoso es el profundo estado de paranoia en la que desde hace semanas viven las minorías y los diferentes en el país del norte, ante un discurso que los ha señalado como chivos expiatorios de problemáticas en las que no tienen nada que ver.

En ese grupo de víctimas de las ideologías del odio se encuentran miles y miles de compatriotas migrantes que, en busca de mejores oportunidades económicas, fueron a transar su fuerza laboral a la nación del magnate, donde, a pesar de ser en su gran mayoría hombres y mujeres ejemplares, son estigmatizados por no contar con papeles que certifiquen la “legalidad” de su permanencia. Más aun, son discriminados y sufren incluso una serie de tratos injustos por tal carencia.

¿Qué boliviano no tiene un pariente o amigo en la nación de las barras y las estrellas? De ellos escuchamos a diario relatos sobre deportaciones masivas, retenes de control en vías, amenazas, abusos; historias de miedo que se reflejan asimismo en mensajes en redes sociales que alimentan todo tipo de rumores que alimentan el pavor. El cotidiano vivir como “ilegal” en EEUU implica hoy un agravado y constante pánico que deriva en la inexistencia de una paz incluso emocional.

De ese modo, si uno de los objetivos de Trump era infundir miedo, habrá entonces que reconocer que lo ha logrado. En su todavía corto mandato, el Presidente de la potencia más poderosa del orbe ha venido emitiendo “acciones ejecutivas” que, si bien han sido de momento frenadas por la justicia estadounidense, tienen un gran chance de ser ratificadas. La construcción de un muro, prohibiciones de viajes, persecución policial, detenciones arbitrarias y retornos obligados a la tierra de nacimiento parecen ser solo el inicio de una política antiinmigrante que no tiene límites a la vista y que se aplica, precisamente, en una nación que le debe mucho de su riqueza en todos los sentidos a quienes llegaron a sus suelos.

Ante tales ataques, la resistencia también ha comenzado a organizarse. Migrantes bolivianos y de todas las latitudes han creado, por ejemplo, grupos de WhatsApp para alertar sobre redadas. Otros tantos promueven días de paro total de trabajo de los extranjeros, organizan espacios de orientación legal y convocan a marchas pacíficas de protesta. Tales son no obstante respuestas tímidas y sin un mínimo de poder real. Pese a ello, son acciones necesarias para comenzar a vencer el miedo a la vida digna que merecen todos quienes aportan con su labor a EEUU sin además cometer actos delincuenciales. Son, sobre todo, acciones que fortalecen la identidad en la diversidad, de la democracia plena y del pluralismo que hasta hace poco gozaban de algunas garantías en el país del norte.

Sirvan entonces de inspiración las inolvidables palabras de una boliviana que en nuestro país contribuyó a la caída de un (otro) régimen totalitario: “Yo quiero decirles estito: nuestro enemigo principal es el miedo. Y lo tenemos dentro”.