Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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CONSTRUIR COMUNIDAD

De discursos y otros demonios

De discursos y otros demonios
Producto del importante proceso histórico en el que estamos involucrados desde 2000 hasta hoy, en Bolivia vivimos una muy rica producción discursiva sobre nuestro presente, pasado y futuro, asistiendo, además, a una suerte de saturación de procesos electorales de diversa índole y alcance. Procesos que ponen en juego la necesidad de construir, presentar, legitimar, validar y concretizar una serie de discursos sociales, políticos, culturales, etc.

En dicho proceso, por demás cargado de razones y sin razones políticas, económicas, culturales y tukuymas, parece estar sedimentándose una idea por demás preocupante, no solo por ser repetitiva en su retórica histórica y aparición en diferentes procesos y coyunturas; sino sobre todo porque prende luces de alerta que desnudan una incapacidad de aprendizaje colectivo o una capacidad remarcada del olvido.

Décadas atrás, estudiosas de la talla de Amartya Sen ya advertían de una suerte de sacrificio social en nombre de días mejores, una forma de gestionar o justificar acciones de desarrollo y progreso suspendiendo libertades y derechos civiles, ya que con un poco de sangre, sudor y lágrimas (BLAST según el autor) los días mejores llegarían pronto. Con esa mirada se fue el siglo XX y el XXI llegó cargado de una importante creatividad social para superar estas miradas, una de ellas el vivir bien.

Estamos a 17 años de edad de este siglo XXI y voces, estructuradas en sofisticados discursos, están izando argumentos similares a los que hacía referencia el autor, en su análisis sobre la implementación de políticas de desarrollo. Estos argumentos tienen orígenes de los más diversos, tanto en lo social-colectivo como en lo individual; pero basta mirar con atención lo que se dice y muestra alrededor nuestro para encontrar justificación a renunciar o hacer renunciar; a espacios de diálogo fundamentales, como los espacios públicos y convertirlos en escenario de confrontación; a derechos fundamentales como la organización social para la participación política; a la educación y confrontación de ideas como bases del entendimiento y, finalmente, a la ética y la estética como bases de la utopía que permite andar hacia el horizonte.

Puede ser un pecado de ingenuidad en momentos como el actual no considerar u olvidar conscientemente la mención a actores o sujetos sociales responsables por tales pensamientos, palabras u omisión de estas ebulliciones discursivas; sin embargo, realidades como la de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH) o la convocatoria a la victimización y enfrentamiento social en los próximos días, hacen más importante usar este espacio para reflexionar sobre la sangre, sudor y lágrimas que estamos demandando y entregando en acciones colectivas que legitimen sofisticados constructos discursivos, cuando podemos hacer ejercicios de memoria y recordar a Lennon y McCartney cuando decían –“con una pequeña ayuda de mis amigos”– como una invitación a priorizar nuestras energías y creatividad en la construcción y fortalecimiento de escenarios de diálogo. Son procesos más lentos, ineficientes y frustrantes, pero como toda amistad más largos y fuertes, pero sobre todo más felices y llevaderos.