Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Un aguinaldo mal invertido

Un aguinaldo mal invertido
La preocupación mayor de los cochabambinos directamente afectados, el año pasado, es saber si las cianobacterias de la laguna Alalay tienen un efecto adverso sobre su salud. Al organizar las mesas técnicas para dar apoyo científico a la Alcaldía, se habían instituido la de cianobacterias y la de lodos. La última tenía por función establecer riesgos ambientales y para la salud, la extracción y la disposición final de tales lodos. La primera tenía como objetivos identificar el tipo, cantidad, vías de emisión e ingestión de toxinas y establecer límites permisibles. El funcionamiento de ambas mesas fue irregular y la primera pronto fue coartada por la falta y precio de los reactivos. La de lodos emitió resultados, después de unos cuantos experimentos y sin consulta previa a las instituciones que conformaban la mesa, mostrando que existía una fuerte carga de bacterias, incluyendo cianobacterias, se recomendó que se hagan estudios de ADN para determinar si eran patógenas. Desafortunadamente, los cultivos de laboratorio que se hicieron con muestras de lodo y de casas aledañas a la laguna, no habían permitido el crecimiento de cianobacterias, sino de otras bacterias presentes en las muestras.

Los medios se incendiaron injustificadamente con la noticia de la existencia de bacterias en viviendas (todas las casas de cualquier ciudad están llenas de bacterias y muchas de ellas también viven en lagunas). Certeramente, el alcalde Leyes brindó su aguinaldo para que se realizaran los estudios de ADN en La Paz. Pero, en vez de enviarse muestras de lodos (¡y del agua de la laguna!), se enviaron los cultivos, otra vez sin consultar a la mesa técnica. Como era de esperarse, los resultados de ADN no mostraron presencia de cianobacterias ni de bacterias patógenas y se difundieron apresuradamente en la prensa, pero sin las siguientes consideraciones cruciales. Primero, la lista de bacterias resultante está mal elaborada ya que incluye bacterias clasificadas como insectos (¡!), lo cual siembra dudas, por lo menos, sobre el control de calidad de los datos. Segundo, tal lista incluye 14 bacterias de las cuales solo siete tienen nombre a nivel de especie. Hallar un número tan bajo de especies en lodos repletos de nutrientes, mientras que se reportan comúnmente entre 500 y 100.000 por gramo en otras partes del mundo y utilizando la misma técnica, denota la inefectividad del estudio. Tercero, la cantidad de ADN analizado (50 por ciento del total disponible en el gen estudiado) fue muy baja como para producir una lista de especies confiables.

Ante conflictos dentro del Crempla y ante la temeraria improvisación de las conclusiones vertidas en documentos oficiales y en prensa, encogemos los hombros con desesperanza. Como científico llamo a la cautela con estos resultados dudosos y, obviamente, insto a una mejor inversión de aguinaldos futuros, los mismos que podrían rendir mejores frutos si existiera una planificación real. Y para los que no gustan de las críticas, este es el proceso normal por el que pasan los resultados científicos antes de publicarse, un aspecto central de la producción científica. Precipitarse con resultados poco fiables es una práctica pseudocientífica que gana notoriedad política a quienes los presentan, pero ponen a la salud pública y la laguna en serio peligro.