Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 18 de abril de 2024
  • Actualizado 23:22

ABAJO Y A LA IZQUIERDA

Oficiantes de injusticia

Oficiantes de injusticia
Cuanta rabia e impotencia nos genera el saber que jueces y juezas van dejando en libertad a violadores, feminicidas, asesinos que una vez libres vuelven a delinquir, se dedican a intimidar a los denunciantes y sus familias, a sobornar o amenazar y como en pasados días a “vengarse” de sus denunciantes.

Duele y no tiene que dejar de hacerlo el saber que ustedes señores y señoras encargados de la justicia son más criminales que aquellos a quienes liberan, porque en sus manos está el poder evitar esos delitos, sancionarlos y no dejarlos en la impunidad, proteger…en fin nada de eso cuenta cuando se prefiere hacerse al ciego por algunos pesos, por librarse del trabajo o agarrarse mañosamente de algún vacío legal o interpretación jurídica que sirva de coartada a su indiferencia, pero no a su conciencia.

Hoy quiero recordarles –porque lamentablemente olvidamos pronto en la vorágine de la comunicación y la violencia– al joven Javier Canchi asesinado cruelmente y sus padres mendigando para contratar los servicios de un “profesional de la justicia”. Erika Tejada en otro tiempo, pero en el mismo lugar, deja libres a los presuntos violadores de una niña de 12 años. En este caso al menos la denuncia y la indignación social obligaron al Fiscal General a intervenir y al revisar el caso, determinaron destituirla. Me pregunto si es sanción suficiente.

En La Paz, otorgaron medidas sustitutivas a tres jóvenes acusados de violación quienes al ser puestos en libertad fueron a apuñalar al padre de la víctima hasta matarlo delante de su familia. Sergio Quispe deja nueve niños en orfandad. ¿Qué se debería hacer en estos casos? ¿Cuál la responsabilidad de las y los abogados frente a esa familia, la sociedad y ante la justicia?

Aclaro que no creo que la justicia deba ser prioritariamente punitiva. No creo que llenar las cárceles de gente –menos si son jóvenes– sea la solución; pero algo estamos haciendo mal y no puedo pensar en ello sin que se me haga un nudo en la garganta y saben por qué, porque creo que el problema no está en las leyes, sino en las personas que las interpretan y las administran. El mal está en nosotros y no se puede aniquilar el mal, eliminando al presunto culpable.