Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 13:31

VARIOS DE LOS POSTULANTES SE VIERON OBLIGADOS A CUMPLIR CON SU DEBER CÍVICO CON ESA MODALIDAD.

Servicio militar, entre el civismo y lo económico

Servicio militar, entre el civismo y lo económico



Con el rostro nervioso Alexander Mejía, oriundo de Tiraque, carga una maleta de madera que hace 27 años usó su padre Gerardo Mejía para llevar sus cosas y servir a la patria.

Este joven como muchos no pudo acceder al servicio premilitar, porque su familia no tenía los recursos económicos para pagar los 1.200 bolivianos exigidos para acceder a ese beneficio. “Es un lujo que no podía darme”.

Las cosas se complicaron para la familia de Alexander, porque es el mayor de tres hermanos.

Contó a este medio de comunicación que colabora en su casa trabajando como ayudante de albañil. Su padre con la mirada alegre y lleno de orgullo, lo despide en la puerta de ingreso al Centro de Instrucción de Tropas Especiales (CITE).

En las puertas y los alrededores del centro de reclutamiento, decenas de familiares esperan ansiosos saber si sus hijos serán admitidos para cumplir con su servicio militar o talvez serán rechazados, ya sea por algún problema de salud o la edad.

En medio del grupo que aguarda una respuesta, Florentino Coro, que llegó desde Potosí, saca la cabeza por la puerta custodiada por soldados para informar a su hermano que fue aceptado. Se despide y le entrega su celular para que se lo cuide.

Por lo moroso del tiempo, que tarda la revisión médica y de los documentos, muchos padres y hermanos que acompañan a los postulantes, pasaron la noche en la calle esperando alguna noticia de sus seres queridos.

La mayoría de jóvenes que se presentan al servicio militar, que comenzó el lunes, vienen de las provincias más alejadas del departamento y del interior del país, donde los bajos recursos económicos y las distancias impiden que ellos puedan acceder al servicio premilitar, por más que así lo deseen.

Pese a las dificultades, los jóvenes bolivianos entran al CITE para su control médico y de documentos con una sonrisa y ansiosos de servir a la patria. Otros, según su religión, oran agarrados de la mano para que les vaya bien y no tengan problemas durante el año que dure su reclutamiento.