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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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FORO

José Oropeza de los Llanos

José Oropeza de los Llanos
Me toca escribir con mucha tristeza sobre la inesperada muerte de un amigo muy apreciado por todos como fue Pilincho Oropeza. Con este singular apodo se lo conocía en Cochabamba y en la fraternidad “Caribes” de la cual fue uno de los socios antiguos y respetados. Hace pocos años, recibió el reconocimiento de todos los fraternos en una cena en la tradicional quinta “Guadalquivir” donde llegaron varios socios para este acontecimiento trascendental.

Hoy quiero hacer alusión a un ícono cochabambino. ¿Quién era Pilincho? Empiezo diciendo: Como en el universo no hay nada más grande que los grandes hombres modestos, sencillos y humildes en su forma de ser, Pilincho fue merecedor de esas virtudes que adornan a todo ser humano, a él le caracterizaba ser amigo, leal e incondicional. Ahí es donde se aquilataba su condición de caballero; hacer el bien al prójimo. Las buenas acciones las hacía por inspiración propia, sin ninguna ostentación y aquí recojo las palabras sabias de un gran escritor que dice: “No importa lo que siembras, lo que interesa es sembrar para recoger y ser harto de bendiciones de pan o de cielo". Pilincho recibió desde arriba lo que él sembró en la tierra. “Creemos que bueno es hacer el bien, porque es la mejor oración a Dios para estar feliz”. Durante años conocimos a este personaje por su trabajo en la radiodifusión. Fue tesonero respondiendo con su mayor dedicación a lo que a él le gustaba, el campo de la radio y televisión que fue su gran pasión. Aprendieron de este maestro y mentor que fue un aporte y gran contribución para Cochabamba. Trabajó en Radio Cultura con su programa Discomanía que se escuchaba los domingos y se esperaba con ansias la música de entonces que estaba en boga. Luego se fue a Radio Centro e hizo programas cómicos que él mismo los editaba. Estas producciones tenían mucha chispa y fueron un éxito total como “Habla Juan”, “La familia dislocada”, “Gentilísima”, “Aquí se raya” y muchos más. La radio era su pasión para llegar a todos sus oyentes con esa magia y alegría que eran el mejor condimento (el buen humor que afloraba en él). Ese fue Pilincho que ha dejado huellas imborrables e inolvidables para los cochabambinos; sus actos y su carisma innato le hicieron acreedor de esos dones que Dios le dio.

Al paso de los años, recibió muchas condecoraciones por su esfuerzo altruista. Una de ellas fue la máxima condecoración que se otorga el 14 de septiembre: “Ciudadano meritorio” de este valle cochabambino. Obtuvo también el reconocimiento de las Fuerzas Armadas de Cochabamba. Él promovió el “Corso de Corsos”. Con su gran amigo Raúl Guzmán, juntos, revivieron el Carnaval cochabambino con la incorporación de los soldados para esta fiesta carnavalera que ya es una tradición. Fue otro impulsor del Cristo de la Concordia y así tuvo tantas otras buenas acciones que las hizo con cariño para su tierra natal.

Se dice que la felicidad no está en los bienes eternos ni en los goces superfluos. Creo que está en la belleza del alma y la riqueza moral del espíritu. Mi homenajeado llevaba en el alma la riqueza de su espíritu noble; así lo recordaremos al amigo ¡Pilincho! Él será un “cochabambino de oro”. Termino con esta frase: “Un hombre de bien es como un templo lleno de Dios”. Mi profunda condolencia a sus seres queridos, la solidaridad en estos momentos de dolor, al final solo somos visitantes transitorios en esta tierra. Pilincho buscó y llegó a su morada celestial. ¡Paz en tu tumba, mi amigo!