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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Un mundo migrante bajo ataque

Un mundo migrante bajo ataque
Hoy, pocos viven donde nacieron o crecieron. Los cochabambinos tienen al respecto historias por contar, porque tienen a alguno de sus familiares en otro país, normalmente Argentina, Estados Unidos o España. Una de las características del mundo de hoy es ser migrante.

Los estudiosos de la comunicación se dieron cuenta de tal realidad y, por ello, nació la denominada comunicación intercultural que ha sido alimentada con aportes que hablan, precisamente, de las formas de vincularse de los migrantes, aprovechando la gran veta de la sociología que suele apoyar los análisis de los comunicadores. Miguel Rodrigo Alsina desde España y José Luis Aguirre desde Bolivia son, por ejemplo, dos de los grandes exponentes de esta área de estudio.

Los comunicadores preocupados por la interculturalidad y, sobre todo, el respeto al “otro” u “otra”, nos han regalado un lugar desde el que podemos ver las migraciones y la gran riqueza que implican en el intercambio de culturas que en su encuentro se produce. Alsina nos recuerda: “A mediados del siglo XX se hizo más patente la necesidad de los estudios de la comunicación intercultural, que se iniciaron en los Estados Unidos. En las sucesivas décadas distintos movimientos sociales y políticos impulsaron estas investigaciones. Los estudios de comunicación intercultural estuvieron muy condicionados por sus inicios, en los que se partía de los análisis de la comunicación interpersonal. Así la mayoría de la producción norteamericana corresponde a la comunicación intercultural interpersonal. Aunque este ámbito de estudio plantea problemas metodológicos y espistemológicos e incluso su delimitación sigue estando todavía sometida a debate, hay que destacar que ya ha dado lugar a numerosas investigaciones”.

Qué gran paradoja haber iniciado este enriquecedor campo de estudios en Estados Unidos, país cuyo Presidente actual está empezando a negar en su esencia el encuentro entre diversos, entre migrantes.

Donald Trump ha comenzado a lanzar medidas en contra de quienes no nacieron en Estados Unidos y peor si lo hicieron en países considerados por él como terroristas. Por ello, prohibió mediante decreto el ingreso de viajeros de Irán, Irak, Libia, Siria, Somalia, Sudán y Yemen con el argumento de evitar el ingreso a suelo estadounidense de "terroristas islámicos radicales", dando lugar en las primeras horas de implementación de tal decreto a confusión total en los aeropuertos.

Esta medida no solo representa el atropello de meter en la misma bolsa del mal a todo aquel que hubiese nacido en un país tachado por la mano de Trump, sino un retroceso en la historia de la humanidad que en 2017 se la creía un poquito más tolerante que hace siglos. Sin embargo, el mismo hecho de que Trump fuera votado, elegido y ahora Presidente de un país tan influyente como Estados Unidos, muestra que los niveles de intolerancia hacia el “otro” y “otra” seguían y siguen “ahí”, en el lugar más oscuro de nuestra vida como seres humanos.

Ilusos quienes pensamos que estos son tiempos modernos en los que se había logrado cierto nivel de cambios en función del respeto al “otro” y “otra”. No hay tal y no solo en Estados Unidos, sino más cerca de Bolivia en, por ejemplo, Argentina, donde en los últimos días se ha lanzado una arremetida contra las y los bolivianos que intentan ingresar a ese país con el argumento de que el Gobierno de ese país quiere luchar contra el narcotráfico, la trata de personas y otros delitos.

Es probable que, más bien, entre las disposiciones en Estados Unidos y Argentina encontremos un denominador común: cuando la gente ve peligrar sus ingresos se olvida de cuánto evolucionó el mundo y comienza a atacar a sus semejantes, sobre todo a quienes provienen de otras culturas.