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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Legión Holk, ¿en Bolivia?

Legión Holk, ¿en Bolivia?
El último jueves, el ministro de Gobierno, Carlos Romero, reveló que la comunidad Legión Holk, presente en Facebook, Twitter y WhatsApp, está tratando de articularse en las ciudades de Santa Cruz de la Sierra y La Paz. De hecho, en las redes circuló la invitación a una segunda reunión holkeana para el sábado 21 de enero en el Ventura Mall de la capital cruceña. Acto seguido, se aprehendió a 17 adolescentes y jóvenes y, entre ellos, a dos “reclutadores”.

Señor padre de familia, señora madre de familia… Ponga atención. Legión Holk no es un juego más en las redes sociales. Es un grupo de adolescentes y jóvenes que nació alrededor del 2014 para actuar de forma violenta en los colegios y otros espacios.

Le contamos… Un estudiante de 15 años disparó en la mañana del 18 de enero de este año contra una maestra y compañeros en el Colegio Americano del Noreste de Monterrey, estado mexicano de Nuevo León. Después, intentó quitarse la vida con un tiro en la barbilla.

Este tiroteo fue reclamado como un triunfo por el grupo de trolls Legión Holk. Dijeron que la idea del ataque surgió en alguno de los grupos cerrados de Facebook que posee el colectivo. En la tarde del mismo día del ataque, integrantes de este grupo popularizaron el hashtag #MásMasacresenMéxico en Twitter y felicitaron al atacante del Colegio Americano del Noreste.

Hace bien el Gobierno boliviano en tomar acciones al respecto; aunque haya despertado críticas entre padres de familia que creen que los policías exageraron porque, según ellos, sus hijos solo se divertían.

De los seis miembros mayores de edad, un juez ordenó la detención preventiva del soldado José Abel Ch. A, de 19 años, en el penal de Palmasola, el arresto domiciliario del resto, y medidas socioeducativas y abordaje psicológico para los menores de edad.

Y, bueno, esa fue la actuación del Gobierno y de la Policía, pero usted padre de familia, madre de familia, qué está haciendo para evitar que su hijo o hija caiga, en algún momento, en este tipo de “redes violentas”.

Unos dirán que vigilan el celular de su descendiente. Difícil de creerles tomando en cuenta que para tal efecto tendrían que conocer la clave que activa dicho aparato, información que normalmente los adolescentes se niegan a darla. ¿Qué más?

Tal vez sería bueno que intentáramos mirar el problema desde sus estructuras: ¿Por qué nuestros hijos necesitan activar escenarios de violencia? Unos atribuirán dicho comportamiento a las películas y juegos violentos. Puede ser. Otros dirán que la falta de comunicación y amor dentro de los hogares podría constituirse en una causa más real. Seguramente.

Sea como fuere, tenemos que estar conscientes de que estamos frente a un nuevo problema: la ficción violenta de las pantallas amenaza cada vez más con salir a la realidad y no podemos permitirlo y, por ello, debiéramos sentarnos a hablar con nuestros hijos y conversar también entre maestros y padres en los colegios.

Debemos hacerles entender a los adolescentes que la violencia no es la solución para ninguna de sus necesidades ni frustraciones. Debiéramos invitarles, además, a contarnos qué les molesta, qué les pone furiosos, qué planes tienen para construir su presente y su futuro, y cómo podemos, los adultos, ayudarles. Debemos, en otras palabras, hacerles sentir amados para quitar de ellos todo aquello que quiera desembocar de manera furiosa.

No será fácil porque el verdadero problema tal vez ni siquiera sean nuestros hijos, sino nosotros. Los adultos somos, también, violentos cuando a nuestros hijos les demostramos que los problemas no los intentamos solucionar a las buenas, sino con gritos, palabras de grueso calibre y acciones que solo dañan. Entonces, solo tal vez, nos demos cuenta de que en realidad el problema de fondo no son los adolescentes, sino nosotros.