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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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OIKOS

Cuando el verde no es bueno

Cuando el verde no es bueno
“La laguna Alalay está verde”, dijo mi madre recientemente y con cierta congoja. Ella pasa por allí todos los días de camino al trabajo. Lo que se había advertido antes de las primeras lluvias del 2016 simple y llanamente se cumplió. Los nutrientes contenidos en los sedimentos son removidos por el agua que ingresa a la laguna, se suspenden y quedan disponibles para las algas tóxicas. El aumento del volumen acuoso provee más espacio para estas algas, que en tales condiciones se reproducen efectivamente, volviendo a copar todos los rincones de la laguna.

Las autoridades nos distraen diciendo que están a la espera de resultados de los estudios que están realizando las mesas técnicas organizadas por la UCB y Gobernación. Pero de ser así, ¿por qué dejaron ingresar agua a la laguna? Esa decisión no fue apoyada por las mencionadas mesas, que más bien alertaron sobre las posibles consecuencias de permitir tal ingreso, fundamentadas en lo que se sabía hasta ese entonces de los sedimentos, la columna de agua y la magra calidad del agua del río Rocha.

Muy rápido olvidamos las lúgubres imágenes de los miles de cadáveres de peces apilados en las costas y de las aves inertes flotando en el agua. Ya no consideramos que las autopsias de estos organismos mostraron el estado degradado de sus órganos internos, evidencia física del efecto de sustancias tóxicas, tal y como fuera certificado por dos instancias independientes, una respondiendo a una solicitud de la Gobernación y otra del Ministerio de Medio Ambiente y Agua; esta última concordando con la hipótesis del efecto de las cianotoxinas generada en la UCB. Tal hipótesis se basó en mediciones y análisis en campo y laboratorio, con el aval de expertos internacionales que concordaron con la identidad de las cianobacterias tóxicas.

Pero la evidencia científica, no solo generada para la floración tóxica de Alalay, sino también para floraciones en otros países, no significa nada para el CREMPLA y la Alcaldía. A través de los medios se mofan de la información que se les presenta, aún a requerimiento suyo (¡!). Las recomendaciones que surgen de la información científica son “alarmistas” para ellos. El SEDES, por su parte, atrapado en su propia burocracia, no puede hacer nada para salvaguardar la salud de la población hasta no tener resultados de estudios, de los cuales ni siquiera se tiene la seguridad que puedan ser decisivos. Por motivos políticos, el Ministerio de Salud y el de Medio Ambiente y Agua miran desde palco.

Mientras tanto, el verde de la laguna se intensifica y ahora los resultados, tanto de la UCB como de la UMSS, muestran la inclusión de una cuarta cianobacteria potencialmente tóxica en esta historia: Microcystis sp. y potencialmente más agresiva que las tres anteriormente reportadas. Es muy posible que la remoción de lodos y el ingreso de agua hayan activado los estadios de resistencia de esta especie que, como se reportó en el 2015 en un artículo científico, se hallan en los sedimentos de la laguna.

Un dislate tras otro nos han llevado a la situación actual del ecosistema acuático más emblemático de los cochabambinos. ¿Pueden los errores de las autoridades continuar agravando la situación de Alalay? ¡Es obvio que sí!