Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Interpelaciones sin sentido

Interpelaciones sin sentido
La Asamblea Legislativa en Bolivia parece haber perdido peso total a nivel de debate político. Es probable que se deba, en gran parte, a que el MAS tiene el control de dicho órgano y a que la oposición no suena ni truena desde hace tiempo.

Sucedió el 14 de enero cuando los parlamentarios sesionaron en día y horario poco habituales: sábado a partir de las 19.00. El objetivo: interpelar al ministro de Obras Públicas, Milton Claros, sobre el caso LaMía. De gran interpelación, la sesión no tuvo nada. Primero porque no estuvieron presentes todos los interpeladores y segundo porque en vez de responder a todas las preguntas, el ministro se dedicó a hacer quedar a los parlamentarios como ignorantes al revisar una y otra palabra utilizada en las preguntas.

Si bien puede ser evidente que ni los parlamentarios ni periodistas conocen la terminología vinculada al mundo de la aeronáutica como ocurre con palabras o conceptos de otras ramas de especialidad, seguramente al Gobierno no le gustaría que se hiciera lo mismo con sus autoridades o dirigentes cada vez que estas no pronuncian bien un término o se equivocan, sin ir lejos, en la lectura. Cuando ello ocurre, nadie les llama ignorantes porque si alguien lo hiciera, seguramente le atacarían por discriminar.

Sin embargo, hay una frase que podría resumir esta situación: respetos guardan respetos. En la sesión del sábado, el vicepresidente del país y presidente nato del Congreso, Álvaro García Linera, comenzó llamando “vagos” a los opositores que no estaban presentes ese día. ¿Será forma de referirse a otra persona?

Luego, el Ministro de Obras Públicas no se cansó de hacer notar lo mal que habían manejado la terminología especializada en las preguntas, las que al final no terminó de responder, dejando en duda si dichas alocuciones de ataque fueron, en realidad, una cortina de humo para no responder lo que había que responder.

La otra interpelación, de la ministra del Agua y Medio Ambiente, Alexandra Moreira, no se realizó el último miércoles porque ella decidió renunciar antes de la misma, dejando a quienes querían crucificarla por ineficiente con los crespos hechos. La autoridad debía asistir a las 16.00. Sin embargo, una hábil jugada terminó con las intenciones de los legisladores que tenían mucho que reclamar a quien hizo un pésimo trabajo de fiscalización del acceso de agua potable en La Paz y en otros departamentos. De todos modos, ¿alguien cree que realmente hubiese pasado algo en esa interpelación de haberse efectuado?

En todo caso, es lamentable que la Asamblea Legislativa se haya convertido en un escenario de poco debate a fondo, de interpelaciones que de interpelaciones no tienen nada porque todos los ministros y ministras salen sin haber respondido todas las preguntas ni haber informado sobre todo lo solicitado.

Sin embargo, se suponía que eso que ocurrió en gobiernos neoliberales podría ser hoy distinto por los discursos abarrotados de cambio y revolución de Evo Morales que suelen circular por los pasillos del poder.

Lo que sí se puede asegurar es que en la exposición del Ministro de Obras Públicas quedó claramente establecido (por él), que el Gobierno no tuvo nada que ver con la problemática desatada por LaMía porque, en todo momento, la autoridad se encargó de repetir que los controles, en este tipo de casos, son posteriores por parte del Ejecutivo según reza la normativa.

También está claro que las interpelaciones no sirven de mucho (por no decir para nada) y no solo porque el MAS tenga la sartén por el mango en la Asamblea Legislativa, sino porque la oposición no tiene mucho que ofrecerle al país desde ese espacio que debiera ser de propuesta, debate y, por lo menos, mejores preguntas a la hora de interpelar.